miércoles, 31 de julio de 2013

Un traje, una sombra, una rosa y una cigarra

Sentir. Tiembla o no mi traje. Tiembla o no mi energía. Tiembla o no. Recorre en mí ese aire. Gasta sus dientes este sol. Busca y llena. Aplaca y sale nuevamente blanco, como gris, pero blanco. Y escapa. Escapa lejos y va hacia allá, rumbo a lo alto, a lo más alto del infinito. Y sucumbe ante la brillante brisa de la noche. Acompaña las melodías de las risas de los árboles y crean todos, una fresca sombra. Esa sombra que sale del jardín y envuelve la rosa roja entre las dalias y los jazmines. La luz se hace notar y respira sombra. Esa sombra acústica, asonante, celeste. Esa sombra deja que los vibrantes rayos de sol penetren la rosa caliente, que comienza a arder… y desprende sus pétalos quemados, hacia abajo, al húmedo y cosquilloso suelo. Aquel lugar donde los pétalos desahogan, en un suspiro, su ardor. Sobre esa superficie de montículos de tierra y pasto húmedo camina una pequeña cigarra. Anda a paso firme, dejando a su lado la impronta del amor. Avanza hacia un pétalo huérfano y lo monta. Lo recorre. Y de pronto, deja caer su traje y su energía allí, esa roja cama de atardecer. Allí perece de alegría, y se convierte en sol, y sube, sube esa energía hacia el infinito, para caer, nuevamente, en una superficie terrestre.

Mar Rojo


                  Una pequeña hormiga emprende su paso. Camina, recorre, busca. Y allí esta, iluminado, hermoso: el alimento deseado. Sus ojos resplandecen de alegría, se vuelve inquieta, corre de exaltación, sale hacia todas direcciones en busca de sus compañeras. Y de a poco y de a mucho, las hormiguitas comienzan a aparecer.

                  Hormiguitas rojas por doquier, se mueven, caminan, corren, recorren. Se abalanzan al alimento divino. Comen, arrancan a pedazos, se cargan de alimento, lo transportan, lo trasladan de aquí para allá. Más hormiguitas rojas. Hormiguitas en todos lados, por todos lados, furiosas, deseosas, aspirantes a tener cada una su gran porción de alimento.

                   Hormigas y hormigas! Hormigas rojas, bordó, rosas, azules, naranjas, celestes, violetas. Verdes. Se sienten. Corren desesperadas a incendiarse de placer con su alimento. Pisan firme. Se sienten. Millones de hormigas se sacian de placer con el alimento que sale y sale. Más y más; emana el alimento, el placer. Hormigas que no paran, que no dejan de comer. Más y más hormigas. Hormigas grandes, fuertes y rápidas. Hormigas carnívoras, hormigas celosas, luchadoras, combativas. Hormigas gigantes, millones, que hacen tiritar, que hacen temblar. El sonido inconfundible de mil millones y más de hormigas exaltadas, hormigas descomunales, invasoras. Hormigas al poder, comen y comen; y crecen, engordan, se enrojan y arden; y siguen comiendo.

                   Hormigas gato, hormigas perro, hormigas con sobrepeso. Ladran, saltan, vuelan, chocan, chocan y vuelven a chocar. Hormigas que queman, arden y arden más. Hormigas que transpiran, mojan. Hormigas, hormigas y más hormigas.

                   Hormigas en todo mi cuerpo cuando estás junto a mí.

miércoles, 24 de julio de 2013

Vida



                    Las gotas de rocío humectan la tierra. Partículas de tierra y de agua se acarician, se encuentran, se penetran, se enlazan. Más gotas besan la tierra, el rocío crece, se convierte en lluvia que abraza y  nutre de vida. Las gotas caen sobre la tierra impulsando a la tierra a bailar. El viento susurra melodías románticas y sopla ráfagas de pasión. La tierra y la lluvia bailan bajo el calor del sol, acoplándose y entregándose al son.

                    Resquicios de amor marcan la tierra.  Semillitas abren su corazón y se entregan a la vida. Raíces. Raíces surgen de los poros de la tierra. Crecen, la lluvia las visita. Crecen. Comienza a surgir una flor. Colores, se abren pétalos lentamente. La luz roza las jóvenes Hojas. El roció las mantiene frescas. Flores. Flores delicadas. El viento las despeina, flores mimadas. Flores totalmente desplegadas.

                    Flores de tierra y agua.

Simple



          Simplemente mis manos con ritmo comienzan

               A acompañar las bellas melodías que suenan

               Armoniosamente bajo la luz calurosa de la luna

 

               Y simplemente a mis manos se acercan las tuyas

               Que se suman a los tonos dulces que hacen sonar

               Aquellos instrumentos de cuerdas y vientos

 

               Y simplemente nuestros cuerpos, el uno al otro, se unen

               Bajo aquella luna estrellada y musicalizada para añadir la                   

               Percusión de nuestros corazones al unisonó

 

               Y simplemente nos besamos acompañando el ritmo

               Del amor, con abrazos que despiertan nuevas melodías

               Y caricias que van al son.

              

               Y simplemente tu voz me canta una canción y mi voz

               Te canta una canción, y bailamos…

               Bailamos y cantamos…

 

               Y simplemente, una noche de verano, disfrutamos, sin más,

               De esa melodía, de ese son

               Y simplemente aquello fue lo que pasó

Segundo inconcluso


              

A veces solo basta una palabra...no, ni siquiera, solo con una mirada, un gesto, un sentimiento. Solo basta un segundo para entender aquello que nos pasa, y transmitirlo a los demás. Un segundo en que entendemos todo, en el que nos hacemos cargo de ese todo y hasta si no nos gusta, lo aceptamos como nuestro. Y no pensamos en nada más que eso, en verlo con claridad. Solo basta un segundo.
                    En aquel sublime instante sentimos la firmeza de lo real, de lo que es, y no oponemos resistencia. Sabemos muy bien qué es eso que está en nosotros, lo que somos, y forzosamente lo queremos, por un segundo…Aprendemos a amar, a aceptar, a sanar, y continuamos…otro segundo que puede ser la antítesis o no, pero se aviene otro segundo en el que nos debatimos la existencia del segundo anterior y ponemos en tela de juicio aquello que está en juego, que queremos. Solemos defenderlo por miedo quizá, a contradecirnos. Y así amamos cada segundo que pasa. Y corren lágrimas de honor por dentro que alborotan las emociones y hacen saltar la térmica de nuestro corazón subiendo, como lava por un volcán, hasta los ojos que demuestran todo. Lo más recóndito y secreto de nuestro segundo pensado.

martes, 23 de julio de 2013

Niñita en "Un día en el campo"

                                                                                                   (Premiado en 3er lugar, concurso 2014)



                    Érase una vez en las tierras frías, maltratadas por la humanidad, por la civilización, donde todo era estruendo, todo era fuego, todo era caos, gritos, balas, bombas, humo, muerte e injusticia. Evangelina se encontraba muy atenta en un árbol cerca de su casa. Paciente, oteaba en el horizonte el piso lleno de escombros, divisaba aquellos  objetos que le gustaban y luego de un tiempo bajaba despacito por entre las ramas - para no caerse y lastimarse - e ir a recoger aquellos objetos. Entonces, ya en el piso, esperaba el momento que su pequeño e inocente corazón se lo indicara y salía a la carrera para juntar aquellas cosas que atraían su atención. Luego volvía al árbol para refugiarse y estudiar con detenimiento sus nuevos tesoros. Era en verdad una carrera que le divertía! A  veces la asustaba porque las cosas ¡no paraban de caer del cielo! y a veces con ruidos fuertes, más fuertes que los truenos. Y hasta le pegaban en la cabeza o por ahí caía gente a su lado. Pero ella firme, estaba acostumbrada, y seguía fiel a su objetivo, hasta cumplirlo. Solo ponía en la mira  su objetivo y disparada salía sorteando obstáculos. Saltaba, esquivaba “postas”, se tiraba al suelo…era toda una hazaña!
                    Estos objetos incomprendidos para ella eran un formidable canal para la imaginación. Sin tener la menor idea de lo que eran- ni tener tampoco el interés de saberlo- los rebautizaba y les daba una nueva función. Jugaba con ellos, construía otras cosas, los hacia valer. Y ese cartucho de bala caído, ese pedazo de tela perteneciente a una casaca camuflada, esos anillos perdidos, esos cascos, argollas de granadas y demás hacían feliz a esa niña. Convertía en frazada para su muñeca una parte del pantalón de un soldado, hacia castillos con balas y puentes con extractos de lo que parecía haber sido una silla. Jugaba en aquellos lares aturdidos a masacre. Jugaba. Y sonreía en aquel lugar lleno de miedos. Sonreía.
                 Niña ausente, niña paciente, niña distante. Estas acá pero vivís allá. Allá, en ese mundo que despierta interés, alegría. Despreocupada, sin notarlo, sin saberlo. Niña. Aquella humanidad poco puede ofrecerte hoy. Poco te deja, pero traviesa juegas con la libertad. Con osadía desmantelas esos instrumentos que ellos incecticidan y les das olor a flor. Cambias una sonrisa por un grito, una canción por un bullicio. Y andas la vida con lo que tienes, con lo que alcanzas, con lo que queda, con lo que te queda…andas la vida y la andas bien.

lunes, 22 de julio de 2013

Caminos



 Allá por los viejos panales…en las rutas que llevan al sur, al norte; el horizonte. Despejan las aguas y se forma un surco, el camino para andar. Surge poderoso, intrépido y hasta vigoroso. Y deja marchar sus traseuntes por su ruta, regodeándose de sus pisadas, de sus andanzas. Caminos que se cruzan y no. Caminos mil. Atajos y pasadizos que hacen ser, que hacen sentir.
                    Rumbo desconocido pero cierto que pasa y se deja pasar.
Aquellas letras fueron derramándose por el papel, convirtiendo en vida la blanca hoja que derrochaba lugar. Aquel espacio inmenso y necesitado, sediento de tinta de historias. Las  palabras más gruesas gordas y redondas apretaban ambos laterales de la lisa hoja, las débiles, pequeñas y tímidas letras apenas acariciaban esa blancura ansiosa de placer y esas letras que con orgullo pasaban y marcaban su nombre…esas, las verdaderas, las firmes y decididas. Esas letras que hacen historia y plasman para siempre su cantar.
                    Caminos. Deleite de aromas y gustos; de sensaciones y sentimientos, cortezas que chorrean emociones y fluyen con el tiempo, que emanan gotas de exaltación y repercuten en la tierra, en la atmósfera, aquí, aquí.

viernes, 19 de julio de 2013

Seré callada pero, cómo pienso!


                  Seré callada pero, cómo pienso! Maquína mi cabeza. Y la gente no sabe, o si, que cuando están hablando yo estoy acá, pero a diez cuadras y en la estratosfera también. Qué manera de pensar! A veces ni yo sé en qué estoy pensando. Pero fabulo y confabulo. Doy vuelta la historia mil veces. Por eso cuando me dicen que no presto atención yo les digo que, al contrario, atiendo no una, sino diferentes cuestiones.

                    Y esto de pensar me lleva a inimaginables lugares, a vivir experiencias imposibles, insólitas, a buscarle y encontrarle el pelo al huevo, a ver las cosas de otro modo. Y surgen motivos, dudas, modos, especulaciones, y demás. Un conjunto de preguntas y más preguntas que se van respondiendo, algunas, en la práctica, acá abajo, en la tierra, donde vos estas hablando. Y yo me pregunto… por qué tanto pensar? Qué es lo que saldrá de este conjunto masivo de ideas que escapan continuamente sin rumbo y casi desesperadamente de esta cabeza para hacer estallar, en una sola palabra, el mundo real.

                    Pensar y plantearse las cosas de diferente modo, buscar distintas posibilidades, descubrir nuevos rumbos, y crear nuevas historias. Pensar. Pensar y decir, decir y pensar, pensar o decir.

Caracol (Rubén Darío)

En la playa he encontrado un caracol de oro
macizo y recamado de las perlas más finas;
Europa le ha tocado con sus manos divinas
cuando cruzó las ondas sobre el celeste toro.

... He llevado a mis labios el caracol sonoro
y he suscitado el eco de las dianas marinas,
le acerqué a mis oídos y las azules minas
me han contado en voz baja su secreto tesoro.

Así la sal me llega de los vientos amargos
que en sus hinchadas velas sintió la nave Argos
cuando amaron los astros el sueño de Jasón;

y oigo un rumor de olas y un incógnito acento
y un profundo oleaje y un misterioso viento...
(El caracol la forma tiene de un corazón).