domingo, 20 de abril de 2014

Anochecer fría


                    La casa estaba fría. El viento movía las ventanas ocasionando ruidos abruptos. La escalera de madera resonaba creando pisadas imaginarias, sigilosamente el gato merodeaba por la casa, empujando las puertas con su pasar, casi imperceptible. Ella estaba allí, en la cabecera de la larga mesa en el vasto comedor. Miraba fijamente la puerta, aquella que un segundo antes, Natanhiel, el gato, había abierto a su paso. Su mirada fundía el picaporte, sosegada por aquella fragancia inconfundible a adrenalina, sostenía con fuerza  una cuchilla afilada. Su pequeña mano izquierda, helada, apretaba el mango con dureza. Sus ojos resplandecían, su corazón latía...aquella noche, en aquella casa, el viento susurraba una agonía con extremo placer.

domingo, 6 de abril de 2014

Si supieras nuestro salto

Te veo saltar.
Saltas con tanta potencia que te impulsas tan, tan arriba, que luego caes propulsado como un misil, explotando todo a tu alrededor; dejando un gran espacio en blanco. Mas yo estoy ahí, en tu blancura, erguida, resistiéndote.
Estas ahí en el medio de ese espacio blanco, para tus adentros, pensando en nada...o en todo. Tus ojos quietos. Fijos en algún punto. No miras, solo pensas. Tus ojos reflejan firmeza. Yo estoy ahí.
En ese radio, los dos; vos en tu mundo y yo en tu mundo. No me ves, no me dejo ver. Pero yo te veo, y te sostengo. Sostengo esa firmeza, esa inmensa claridad.
Saltas. Otro gran salto espacial. Y sigo acá, sin mostrarme, pero firme. Y saltas. Me atrevo apenas a esbozar un salto. Nada parece pasar, sin embargo todo cambia.
Aparece un blanco mío. Sí. Un blanco dentro de otro blanco. Saltas y salto. Y cada vez que saltas, me atrevo a saltar después que vos, cada vez más alto. Cada vez más y más; y más blanco aparece y mi blanco invade tu blanco. Se mezclan.
Salto yo sin vos y advertís mi blanco. Estas ahí, en mi claridad, firme y resistís. Me ves. Me muestro. Me ves. Saltamos a la par. Sigo tu paso. Proyectados, salimos al espacio. Salimos de este mundo y nos recargamos de aquello que hay más allá. Volvemos y estacionamos en una nueva zona de blanco. La nuestra.
Nos observamos. Tu mirada firme, la mía también. Hablamos con la mirada y nos entendemos. Nuestro blanco compartido. Aquello que sabemos tú y yo. Eso que hay aquí.
Te veo saltar y me dan ganas de saltar. Sí. Porque aquello nuestro es grande, y es nuestro. Eso está.
Y con cada salto, salta todo a nuestro alrededor. Esa blancura salta.
Te veo saltar y...

Somos algo

Sos algo en mi camino.
Algo exquisito, sabroso, apetitoso.
Sos más que dos, más que cuatro, más que seis.
Me traes y me sacas. Me llevas.
Soy algo en tu camino.