domingo, 11 de enero de 2015

LANIN - Lado A - Ascenso



“Hagas lo que hagas pon todo tu Ser”
Acción poética Neuquina

América del Sur, Patagonia Argentina, Neuquén, sobre la cordillera de los Andes se encuentra nuestro lugar: el volcán Lanin.
Volcán compartido con el vecino Chile, custodiado por cerros y valles, rodeado por hermosos lagos, como el Paimún, el Huechulafquen, el Tromen, entre otros. Ese lugar en el mundo que la vida nos eligió para compartir, al “grupo de los 5”, para creer y crear. Ese maravilloso lugar que se nos obsequió para empezar el año nuevo. Para ver y rever metas, obstáculos, motivaciones, sentimientos, pensamientos. Para sentir nuevas sensaciones, nuevas emociones. Comprender y aprender más de esta vida desde otra perspectiva, con otros horizontes, allá, a 3776 msnm.
Claro que no es solo el hecho de estar allí, primero hay que llegar. Ese es el punto. El “sacrificio” que se hace en el camino, como esta “roca muerta” lo impone. Se requiere una cierta exigencia para subir. Conectar cuerpo, mente y alma.
Hablo de sacrificio, remontándome a la leyenda del volcán. Esta cuenta que en la cima del Lanin vivía el Dios Pillán.  Un día, este vio cómo se acercaban unos jóvenes de la tribu Huaiquimil tratando de cazar Huemules. Lo cual ocasionó su furia e hizo entrar en erupción al volcán, perjudicando a toda la comunidad. Para aplacar su ira, se debía sacrificar a la hija menor del cacique, Huilefun, y arrojarla al cráter. Una vez realizado este sacrificio, el volcán cesó y una gran capa de nieve se estaciono en su cima tapando el cráter. Desde ese día el volcán permaneció callado. Nuestro sacrificio es lograr un ascenso tranquilo y respetando y cuidando el lugar.
En el vasto camino a recorrer es donde más observamos, donde más buscamos y donde más nos demostramos lo que podemos lograr. Es aprendizaje. Saltan los enigmas positivos y negativos de cada uno, para reflexionar y conquistar dentro, para ayudar a mejorar el camino del viaje que es esta vida. La cima es el resultado, allí veremos el logro, la recompensa.  Disfrutaremos con emoción que la energía positiva venció, de la forma que sea, a la negativa. Son 20 minutos de aire singular, de imágenes inigualables.
En la base, a las 10 am, con las mochilas y los sueños al hombro, llenos de esperanzas miramos para arriba, nuestro cuello se dobla para ver en su esplendor al sagrado volcán. El grupo de los cinco enprende la marcha adentrándose al bosque de araucarias y pehuenes; lleno de ñires, lengas y flores amancay. Expectativas y ansiedades aparecen. Nos aventuramos a este  símbolo Provincial. Atravesamos su bosque y llegamos a su cara norte para iniciar la subida. Pedimos “Permiso y gracias” a esta majestad, augurando un buen viaje y prometiendo cuidarlo sin contaminarlo. Lugar sagrado para los de acá, los hermanos Mapuches. Considerandolo lugar lleno de sentido y simbolismo, rinden su famoso culto Rewe a esta roca sobre su base.
Con cuidado atravesamos la “espina de pescado” y allí vimos asomarse los primeros valles y cerros lindantes. De a poco y con paciencia subimos por las piedras. Seguimos el camino “Desvío de mula”. Aparecen los lagos. Nos vamos nutriendo la vista. Los ojos van maravillándose a cada momento con la cordillera que se nos impone. Nos damos vuelta y dejamos de subir, solo para ver en todo momento el jardín de nuestro volcán.
En cinco horas de ascenso, aproximadamente, llegamos a una pequeña y placentera parada. El refugio militar. Allí nos recibió Ignacio con unos ricos mates. En ese momento en que estas compartiendo el mismísimo mate argentino, de repente, miras a tu alrededor y te das cuenta de que estas a mitad del Lanin oteando la increíble cordillera y pensas: “¿esto es de verdad? ¡¿esta inmensa hermosura es real?!” y te respondes: ¡¡¡sí!!! ESTOY A MITAD DEL LANIN y ¡mis ojos se engalanan de tanto esplendor! Es una sensación de ensueño. La cabeza te hace “click”. Es un sentimiento particularmente grato, emocionante. La paz y la alegría reina el lugar. Y fluye esa energía necesaria para el cuerpo, la mente y el alma. Impagable. No estamos acostumbrados a esto. Vemos tanta civilización y barbarie en las ciudades, que esto, es un regalo para nuestro corazón.
Una hora más de ascenso y llegamos a nuestro primer destino, a los 2600 msnm, nuestro techito amarillo.  Abrimos la puerta y aparecen los sueños, las alegrías, las historias de vida de tantos que han pasado por aca. El C.A.J.A (Club Andino de Junin de los Andes). Nuestra momentánea casita. Y vaya que tiene una linda vista, desde abajo y hasta arriba. Quizá lo estés leyendo y lo imagines o busques en fotos, pero verlo en vivo y en directo y más que nada sentirlo…¡ufff!
Ante nosotros se ve esta gran cordillera que produce sensaciones indescriptibles en nuestra retina. Arriba, la ansiada la cima. Que cada vez está más cerca. Y abajo están los lagos, montañas y… ¡las nubes!. Esos pedacitos de nubes que los peques piden que les lleves en un frasquito. Y ya se asoman otros gigantes: Osorno, Villarrica, Llaima.
Descansamos allí, acompañados por algunos zorros e intrépidos cóndores. Fue un día hermoso. El sol nos acompañó en todo momento incluso tan luminoso que no nos dejó dormir. Hasta que la luna copó el lugar. Luna llena preciosa. Trajo la noche y el sueño. Pero también nos acompañó el frio. Al cual nos rendimos. Solo lo vencimos con la super sopita a las 2 am. y retomamos nuestro camino a la bolsa de dormir. El frio volvió a sentirse. Amaneció con un sol radiante y la luna se quedó para contemplar nuestro triunfo, nuestro arribo a la cumbre.
Última etapa. Nieve. El grupo de los cinco se prepara. Cambiamos las mochilas por los crampones y demás equipo de nieve. 6.50 hs am. Comenzamos a subir.
Aparecen camaradas subiendo cerca. E intercambiamos saludos y sonrisas. Estamos todos contentos allí arriba. Cansado, pero contentos Y con la misma meta, la cumbre. Nunca más dejas de mirar la cima. Siempre subiendo mirándola, como el trofeo máximo. En estos momentos, donde traes cansancio acumulado, donde el sol pega en la nieve y refracta en tu cuerpo, donde se acrecientan las ansiedades por llegar a la cumbre, nuestros cuerpos empiezan a hablar. Piden clemencia, descanso. Las piernas flaquean y la cabeza…la cabeza piensa. Papel importante para la fuerza interior. Me atrevería a decir que la mente es más importante que el cuerpo. Y varios concordarían conmigo. Cuantos ejemplos hemos conocido a lo largo de la vida, de personas con diferentes discapacidades que hacen hazañas que parecieran imposibles para ellos. Sin embargo triunfan. Todo está en el estado mental. Si lo quieres lo conseguirás. No dejarse vencer. Pensar en positivo y aplacar los malos pensamientos.  Armarse de buenas energías. Nutrirse de paz y armonía. El último esfuerzo. ¡Vamos equipo! ¡vamos grupo de los cinco! Los miedos carcomen las posibilidades. No dejarse avasallar por imposibles, ni estructuras, ni miedos ajenos. Salir a conquistar la cima propia con la seguridad al filo. Enfrentando las adversidades que se presenten.
El clima, a pesar del calor, acompañó. Fue una linda suerte ya que es una condición importante para poder ascender. No hubo mayores dificultades. Nos acompañamos, nos contuvimos como una gran Gestalt. Todos, al ritmo que se pudo, airosos ya de pisar lo más alto, de tenerlo ahí, al alcance de tus manos, ves el ansiado final, ya te sentis en la gloria. Das las tres pisadas que te faltan y… ¡llegamos a la pre cumbre! (Dicen que sin esfuerzo no hay buena recompensaJ).  Me hubiese gustado llegar ya a la cima, pero no. Resulta que hay una linda lomita que no te permite ver la cumbre antes. Es esa formita que se ve de lejos. De cerca es un poquito más extensa. Y con toda la ansiedad que llevas, que pesa más que la mochila, cuesta un poquito más. Pero con paciencia y esmero todo se puede. Asique cargas nuevamente las energías y retenes el grito de triunfo y seguís la marcha lo poco que falta. Ahora sí! ¡¡¡Pisamos cumbre!!!
Y llegan los aplausos, gratificaciones, sonrisas, alegrías…y te olvidas de todo. Del frio, del calor, de los dolores corporales, de todos los contratiempos. Cumpliste un objetivo que cubre cuerpo, mente y alma. Y te los hiciste a los tres a pesar de lo que pese. Estas ahí en la cima, en la cumbre del gran volcán. Ese que soles mirar desde abajo. Y te ves a vos ahí, arriba, un puntito en la cima y otra vez “click” en la cabeza: es una imagen sorprendente, inmensa, que vale más que mil palabras y pensamientos. Es un millón de cosas. Y entendes más. Ya no somos esas personas en una sociedad “a medida” con reglas, normativas y cascos cuadrados. Somos más pequeños que un piojo allí en lo alto, y vemos a los grandes: Llaima, Osorno, Villarica, Quetrupillan, Puyehue, y otros. Ves cerros, montañas, glaciares, valles, bosques. Mires para donde mires. Compartis con la montaña, con la naturaleza. Tanta adrenalina pasó por tu cuerpo. Y entendes a los Mapuches que tratan esta roca sagrada como una santidad y la protegen, luchando por conservarla, tratando de que no se vuelva un turismo comercial y haciéndolo valer.

Estamos en la cumbre, grupo de los cinco,  tocandola con nuestras propias manos. Plantando nuestra bandera. Dejando nuestra cuota de ADN. Son minutos de satisfacción, de reflexión, de alegría.