domingo, 15 de febrero de 2015

MILEVANA parte II

Cartola estaba en la cocina hablando sola. O eso se veía desde la pantalla. Le estaba enseñando a Miltolda como debía ser una cocina. Al momento que Cartola mencionaba algo (a veces tenía que señalar) esto salía volando hacia el lugar correcto. Muchas veces Cartola tenía que esquivarlas, saltando o agachándose, lo cual generaba una gran risa de Miltolda.
Cartola: “si, vos, te reís pero yo acá con este baile ¡no doy más!”
Miltolda se reía más y más.
Y así sucedió todo hasta que la cocina resplandecía. Todo estaba en su lugar. Cartola pudo sentarse en una silla a descansar. “¿Qué hacer?” preguntó Miltolda intrigada. “Me hiciste mover mucho, estoy descansando” contestó Cartola. “¿¡Eeeeh!?” Dijo la extraterrestre.
Cartola: “Cuando nos movemos mucho, el cuerpo se cansa. Tenemos que parar a descansar. Dejarlo quieto”
Miltolda: “Mmmmm, si, ¡cansar!”
Cartola: “¿por qué no te mostras?, no pareces mala, al contrario, me siento bien. Eso es raro. ¿Estoy soñando?”
Miltolda largo una carcajada. “no, no soñar. Esto real. Estamos estudiando terrícolas para escuela”. ¿¡Malas!? No. No.
Cartola: “¿cuántas son?”
Miltolda: “somos dos, Ivabrata y yo”
Cartola “Vos ¿cómo te llamas?”
“eeeh… Para ustedes Miltolda. Lo que pasar es que nuestros nombres ser difíciles de entender para ustedes terrícolas.” Dijo la extraterrestre.
Cartola: “¿Por qué? Decime. Y ¿por qué te llamas Miltolda?”
Miltolda: “Cuando traer a naves a primeros humanos ellos, cuando vernos dijeron esas palabras o nosotras entender eso. Mi nombre es mmmmiiiiiiiiiiiieieiiieeiiiwwiiiiiyawiiiiipppaaappaaaggaaaiiiiiiillllllleeeeeeeeeemmmiiiiinnnnaaaiii.” Este sonido era muy agudo y ensordecedor. A lo que Cartola tuvo que taparse lo oídos. Y después dijo: ¡más que difícil es insoportable! bueno ¿Dónde están Javen y Geatra?”
Miltolda: “Estar con Ivabrata. Probablemente los está haciendo estudiar. (risas) Y ella los esta estudiando con todos sus ojos puestos en ellos.
Cartola: “Geatra es una perra. ¡Cómo va a estudiar!
Miltolda: “¡Eeeey! Pero si Ivabrata seguro ¡la puso a leer! Ella puede hacer eso, eh.”
“No lo puedo creer” Decía sorprendida Cartola. “Y yo ¿no puedo ir con ellos?”
Miltolda: “Si, si. Ahora ir. Pero que queres ¿leer todoooodo el tiempo? o ¡¡¡¿jugar y divertitrrrtee?!!! Eso hacer. Andar para la puerta.”
“¿Qué puerta?” preguntó Cartola
Mistolda: “¿Mmmm? ¡La puerta!  Ustedes los terrícolas ¿no usar esas cosas para pasar de un lugar a otro?”
Cartola: “Si, pero no veo ninguna puerta.”
Y era cierto porque la puerta era ¡toda una pared! Era tan grande que no se notaba que era una puerta. Entonces Miltolda la encogió, pero se le fue la mano y la puerta quedó chiquita. Entonces la agrando un poco más. Ahora estaba al tamaño de una puerta para enanos. Cuando Cartola la abrió vio un túnel y un especie de tobogán. “¡Miltolda! ¡Me vas a hacer bajar por tobogán! ¡Poneme una escalera eléctrica!” Miltolda se mataba de risa: “No. Ser más divertido así”
“Entonces me quedo acá.” Dijo Cartola decidida, pero algo la empujó hacia el tobogán e inevitablemente tubo que tirarse por él. Cartola se deslizaba a toda prisa por el tubo tobogán. En un momento el tubo se hizo de cristal y cartola pudo observar que estaba en un lugar enorme donde todo era toboganes. “Más que tobogán ¡esto es una montaña rusa! ¡Cuando termina! ¡Aaaaaaaahhhh!” Gritaba Cartola mientras subía por un lado y caía por otro. Con una linda melodía resonaba las risas de Miltolda.
Varios minutos pasaron así y cuando Cartola sentía que su estómago no daba más de la revuelta, desemboco en un laboratorio, adentro de una caja extensa de cristal. Se levanto e intento caminar pero estaba mareada y daba trompos. Así que mágicamente apareció una silla y se sentó justo antes de caerse.  Miro hacia el frente y vio una forma grande que se movía  de un lado hacia otro. En realidad veía dos pelotas por lo mareada que estaba. Cuando se estableció. La vio. Era un rombo rosado grande, que tenía cinco extensiones alrededor, dos de estas extremidades eran bolas, las otras tres tenían como 30 o más… eran  especies de fideos.
Al frente, en el medio del rombo, tenía tres puntitos negros en forma horizontal y dos agujeros grandes uno arriba y el otro abajo. Cartola se asustó un poco al verla.
“Noooo. Calmarte. Calmarte. no hacer nada. Soy yo Miltolda. No pasa nada”
Cartola: ¡No te me acerques!
Miltolda: “Soy buena. Tal vez no estar acostumbrada a mi forma. Porque soy mucho más grande que vos. Puedo hacerme más chiquita.”
Cartola no decía nada. Estaba entre asustada y asombrada.
¡Tiene que ser un sueño! Despertate, despertate! Esto no lo dijo. Lo pensó. y Miltolda, contestó: “No es un sueño. Pero tranquila que te voy a devolver a tu casa y nada de esto pasó. ¿Entender?”
Cartola: ¿No podes cambiarte de forma? Me asusta así.
Mistolda: “Mmmmm, no! Dijo picaronamente. Vamos a hacer algo mejor. ¡Te voy a cambiar a vos! Y de repente su brazo izquierdo comenzó a crecer. Cartola abrió los ojos y la boca tanto como pudo. Estaba perpleja. “¡Que me haces!” Miltolda se reía. ¡Estar jugando! Y se iba de acá para allá rodando deteniéndose con las manos fideos.
Después le achicó la cabeza y le alargo los dedos de los pies. Seguía riéndose. Cartola solo podía asombrarse de lo que veía, ya que no podía emitir sonido alguno. ¡Le había sacado la voz! Entonces las paredes de la cajita se convirtieron en espejos y Cartola pudo verse toda deformada. ¡Estaba atónita!
Unos minutos después Miltolda lanzó una tiara de aire sobre la caja de cristal y Cartola volvió a la normalidad.
“¡Eso no se hace!” Dijo la terrícola tratando de retar a la niña extraterrestre.
Miltolda: “¿mmmmm? Pero ¿si eso es lo que vos querer que yo haga? Que me convierta en algo que no soy. Solo para que vos me veas como vos quieras. A mí me parecer más divertida y linda vos como estabas antes.” Y se rió.
Cartola pensó un momento. Bueno. Tenes razón no pareces una mala marciana.
Miltolda largo la carcajada. ¡¿Marciana?! Yo no ser de Marte!!! No paraba de reírse. Ser de mucho muy más lejos. De la galaxia Tritanias, del planeta Milevana. Allá, a vos te asustarías muy muy mucho. Si conmigo, que soy linda y chiquita te asustar. Miltolda seguía riéndose.
Cartola se sonrió: “Sos muy risueña vos. Te parece gracioso. Que pasaría si yo jugara con vos así”.
“¡Dale, Juguemos!” Dijo Miltolda divertida.
Por otra parte. Javen, Ivabrata y Geatra estaban en el libro discutiendo sobre algunos temas de la tierra. De los animales, y de los hombres y las plantas. Y la que mas hablaba por supuesto era Ivabrata. Ni aunque los otros querían podían. Porque ella les sacaba la voz. Y seguía hablando y hablando.
“¡Lean!” Decía, y automáticamente estaban leyendo algún libro ¡sin siquiera querer! Pero ellos leían.
“Bueno. Ahora vamos a conectarnos con la tiara así los juntar con Cartola y nos ponemos a estudiarlos más a fondo. No nos quedar mucho tiempo. Vamos a ir a su laboratorio que es más grande. Aunque el mío es mas ordenado y mas completo. Pero el de ella esta bien para estudiarlos a ustedes, saben. No es mucha ciencia como tuvimos que hacer con los melcmanos, y los friturosos. Esos eran más difíciles. Ustedes parecer más fáciles. Aunque no entender muchas cosas de lo que hacen. Por ejemplo, tener que ir hasta un lugar, agarrar un recipiente hondo, tener que estirar el brazo agarrar una canilla, mover los dedos para abrirla, verter agua, mover otra vez los dedos para cerrar la canilla y después llevarse el vaso de agua a la boca para tomar..uuf, es un…como decir ustedes, mucho trabajo, aburrido, ¡un bajón! Eso. Un bajón. Nosotros si tener sed pensar en agua y ya estar. Bueno, vos, Geatra, lo único que haces es mover la lengua. Pero ¡también! ¡Cuánto trabajo!”
Los terrícolas la escuchaban inmutables.
Javen: “bueno. Ya basta de leer y escucharte hablar, Ivabrata. Vamos a la tiara.”
Ivabrata: “Si, ahí estamos”. Entonces se escucho un acople y apareció una puertita. Mas bien un cuadrado, obvio, echa de libros e Ivabrata los arrastró hacia ella. “¡¡¡Enigma!!!” Dijo en un tono melódico.
“¿Qué es lo que es algo y a la vez nada?”
Javen: “un sueño”
“¡Incorrecto!” Dijo Ivabrata. “Después te voy a poner a leer un rato”.
Javen hizo un gesto de desgano.
Geatra: “¡un pez!”
Ivabrata: “¡¡¡Si!!!!” La puerta se abrió y apareció un tobogán de cristal.
“Los ver en un rato. Ahora entrar al tobogán del nunca jamás”. Javen y Geatra comenzaron a rodar y deslizarse por los toboganes. Iban de acá para allá, como antes había hecho Cartola. Se cruzaban, se chocan iban juntos y volvían a separarse. Era una montaña rusa que parecía no tener fin. Mientras tanto Miltolda los observaba en sus pensamientos y aumentaba su tamaño y se achicaba a medida que la risa salía por algún lado de su cuerpo.
Cartola preguntó qué es lo que pasaba y una voz distinta le contestó: “se está riendo de Javen y Geatra que están en los toboganes”. Cartola se dio vuelta y vio un largo cilindro extenso, color azul, que estaba ¡lleno de ojos! Grandes y pequeños. Tenía varios agujeros de diferentes formas, rectangulares, cuadrados y redondos.
Cartola trato de tranquilizarse. “Vos sos ivab…ivab…eeeh…”
Ivabrata: “Si, soy Ivabrata. ¡Estar estudiándolos por la escuela! Como decir ustedes. Tranquilizar. Nosotras no hacer daño. Ya te tuvo que haber contar o no te dijo nada? ¡Miltolda!
Miltolda estaba dele gritar de la risa.
Ivabrata: “Te voy a mostrar lo que estar pasando. Pero antes va una pregunta: “¿Qué será? ¿Qué es? mientras más grande, menos se ve.”
Cartola respondió: “la oscuridad”.
Ivabrata: “¡Muy bien!” La pantalla se prendió y pudo ver como Javen y Geatra iban y venían en los toboganes a toda prisa. Medio asustados y mareados. “¡Esta Miltolda que le gustan los toboganes! Y contarme, seguro que se la pasaron jugando. Tenia que estudiar la cocina. ¿Estudiaron? Nosotros leímos mucho y aprender de los humanos y de los animales. ¿Qué hacer ustedes? ¿Querer leer? Ahora igual los vamos a estudiar. Yo hablo mucho. No te preocupes todos me decir lo mismo. Ahí vienen, venir para acá que te van a caer encima.” Apenas dijo eso Javen y Geatra desembarcaron en la caja de cristal y Cartola fue movida, en un pestañar de ojos, hacia la otra punta.
“Ayayy”. Javen se paró y empezó a caminar todo desorientado. Tenía pajaritos en la cabeza, que se los había puesto Miltolda, según había visto en dibujitos animados terrícolas. Y se reía cada vez más fuerte. El perro estaba tirado boca arriba en el piso con la lengua afuera. ¡Que mareados estaban! Pasados unos minutos se reincorporaron y se encantaron con Cartola.
“Lindos los toboganes ¿no?” Dijo Cartola no pudiéndose aguantar una risita.
¿Vos estuviste también? Dijo Javen.
Cartola: “Si. Yo también la pase. Y estuve bailando para no taparme de cosas que volaban por todos lados, así que ¡debo haber adelgazado! Ah, y después me convirtió en un mounstro: Me agrando el brazo, y los dedos de los pies se alargaron y la cabeza más chica.”
“Si” dijo Geatra “a mí me hizo lo mismo. No sé quién es más peligrosa, si Ivabrata con sus discursos y que te pone a leer, o Miltolda que se la pasa jugando a esos juegos raros.
Cartola quedo boquiabierta. La perra hablaba. Se la quedo mirando. Entonces, Javen y Geatra se miraron y se rieron. Y Javen dijo: “¿Qué pasa? ¿Notas algo extraño?”
Y los tres se rieron.

Ivabrata: “Bueno. Ahora los vamos a estudiar”

                                                                                                                      Continuara...

MILEVANA parte 1

                                                                                Dedicado a mis sobrinas, Milena e Ivana, quienes 
                                                                                          tienen la tarea de completar el cuento.



Cuenta la leyenda que un día, llegaron a la tierra dos objetos no identificados (Ovnis) y se instalaron en un pueblito de la Patagonia argentina.  Uno era gigante. Tenia la forma de una tiara y era todo de cristal. Sin embargo, nada se veía para su interior. Tenia luces brillantes en las puntas y toda la nave relucía de esplendor. Se escuchaba una música divertida que provenía de ella y de vez en cuando, salía un delicioso aroma de tortas de chocolate, y a veces de flores. Verla era muy hermoso, te engatusaba, no podías dejar de mirarla. La otra era más pequeña, y tenia forma de ¡libro! A veces, los pueblerinos decían que estaba cerrado y a veces se veía abierto. Cambiaba de color cada tanto. Era más veloz que la tiara.
Cartola y Javen, estaban en el patio de su casa, sentados al claro de la luna disfrutando de una rica bebida, cuando vieron los ovnis por primera vez. Ya habían escuchado comentarios de que unas naves semejantes sobre volaban por el pueblo pero no dieron importancia hasta que las vieron con sus propios ojos. Estaban pasmados. De repente, vieron aparecer la tiara, se quedaron hipnotizados viéndola, era preciosa. Estaban desconcertados, seguro estarían pensando salir corriendo pero esa bella melodía los retenía. La tiara se paro justo arriba de ellos y permaneció allí por un rato. Unos minutos después se retiró y es en ese momento cuando advirtieron el libro, que estaba junto a la tiara, suspendida más atrás. Un minuto después, el libro siguió a la tiara. Cartola y Javen solo atinaban a mirarse, con la boca abierta, por la sorpresa que se llevaron. Al día siguiente se lo comentaron a todo el pueblo. Solo los que ya habían visto los ovnis les creyeron. Los demás los trataban como locos que ven visiones.
Cuatro días más tarde, cuando Cartola estaba dándole de comer a Geatra, la perra, apareció el libro otra vez. Esta vez estaba abierto.  Estaba aun más cerca. Tan cerca que Cartola se vio reflejada en aquel libro. Pero cuando pestañó, el libro desapareció como por arte de magia. Aquella noche Geatra desapareció. Y Javen encontró, en su plato de comida, un papelito que decía: “bolverè, no preocupar”. Esto les sorprendió mucho puesto que los perros ¡no escriben! Y si hubiese sabido, a este perro le faltaba escuela porque volver ¡se escribe con  “V” corta! Por alguna razón tanto Cartola como Javen se quedaron tranquilos. Como si supieran que su perro se encontrara bien. Pensaban que se la había llevado el libro o la tiara. Pero no se lo decían ni a ellos mismos para no parecer más locos.
Diez días pasaron. No se sabía nada de Geatra, ni de las naves. Y Cartola ya estaba bastante preocupada. Javen ya había hecho carteles de perra desaparecida que distribuyo en el pueblo. Pero nada se sabía de ella. Hasta que se les ocurrió una idea. Dejaron un papelito en el plato de comida, donde habían encontrado la nota de no preocuparse. Decía así: “devolver al perro, lo extrañamos. Gracias.” Lo dejaron tal cual encontraron el otro. Y al día siguiente, el cartel ya no estaba más. Paso el día y a la noche se sentaron a cenar en el patio. En un momento Cartola se levanta para agarrar una empanada que estaban comiendo, cuando la tiara aparece. Se siente una melodía rítmica y aparecen luces de colores que cada vez se hacen más grandes y vienen más y más cerca de la tierra. En un segundo, Cartola es absorbida por estas luces y arrastrada hacia arriba, al interior de la tiara. Con Cartola suben también todas las empanadas. La tira se aleja. Javen se da vuelta y no ve  ni a su esposa ¡ni las empanadas! Se queda muy asombrado pensando que pudo haber pasado. Hace instantes estaba todo ahí. Solo se dio vuelta para agarrar el diario y… ¡ya no había nada! Medio extrañado se para con el diario en la mano y divisa a lo lejos el pequeño libro que se acerca a toda velocidad. No se detiene ni un instante. En el momento que pasa por lo de Javen le lanza una luz potente que se lo lleva para el interior.
Dentro de la tiara. Cartola esta en una especie de cocina. Hay ollas desparramadas en una mesa. Hornallas en la pared. Tenedores clavados en el piso. Sillas en los techos, una heladera abierta, cucharas y demás utensilios. En fin muchas cosas de una cocina pero ¡todo desordenado! Sin embargo, no había allí comida. ¡Ni siquiera las empanadas!
Cartola llamo: ¿hola? ¿Hay alguien ahí?
Solo se escucho una risa chistosa.
Cartola: ¿Hola?
Y se volvió a escuchar la risa pero, esta vez, ¡esa boca estaba comiendo! ¡Se podía notar que se reía con la boca llena!
“¡Se está comiendo las empanadas!” Dijo Cartola y se escuchó una picara risotada.
Mientras tanto. En el interior del libro, Javen apareció en una especie de biblioteca. Pero era muy rara ya que estaba toda hecha de libros: Las paredes, los techos, pisos, las mesas, las sillas y ¡también las ventanas! El colmo era que había ¡una puerta hecha de libros! Era una habitación ovalada. Las lámparas eran libros que iluminaban el lugar, los adornos estaban hechos con libros. Javen se acercó a una ventana, quiso mirar para afuera…pero lo único que veía eran más libros. Entonces se dirigió a la  puerta. Tomo el libro que hacía de función de perilla para abrirla. Nada pasaba. Toco la perilla-libro otra vez y esta se abrió.  En esas páginas había una pregunta: ¿Cómo se llama la mala de la película de 101 dálmatas? A lo que Javen, contestó: “Cruela de vil”. A continuación la puerta se abrió. Javen pasó a otra habitación, que, como la otra, sus paredes eran de libros. Pero esta vez solo eran las paredes. Este espacio era como un salón grande, con pocas cosas. Ahora si se podía mirar a través de las ventanas. Cuando miro para afuera…se dio cuenta de que ¡estaba en el espacio! Un millar de estrellas se veían a su paso. No lo podía creer. Pensaba que estaba soñando. Entonces se dirigió a otra puerta. Esta no tenía picaporte, tenía una pantalla en la que apareció una cuenta matemática para resolver: 5*4+6-2/2=
Javen pensó un rato, levantó su dedo en señal de estar contando y dio su respuesta: “12”. La puerta se abrió. Allí vio como Geatra se le venía encima corriendo a toda prisa. Contentos los dos, se tiraron al pasto a jugar un rato. Estaban en una especie de patio. Con un verde muy lindo y flores por todas partes. Geatra tenía comida, una cucha muy galante y platito con agua. También algunos juguetes. “¡La mansión que tenes acá!” Le dijo Javen. “¡No te vas a querer ir más!”
“Hola terrícola”. Dijo una voz suave y segura.
Javen: “¿Quién sos? ¿Qué queres de nosotros?
Y la voz contestó: “Estar estudiando la tierra. Y a ustedes los humanos. No hacer daño. Ustedes quedarse tranquilos que nada va a pasar. Los vamos a estar estudiando un tiempo y después los vamos a dejar el mismo día, a la misma hora y en mismo lugar donde estaban. Como si nada haber pasado. No se van acordar. Tranquilos. Solo queremos saber más de ustedes. Estamos estudiando diferentes planetas. Y no entender mucho el suyo. A nosotros nos pareció que ustedes poder servirnos para estudiarlos…”
Esta voz ¡no paraba de hablar! Por lo que Javen la interrumpió y le pregunto si se podía hacerse presente.
Voz: “No. Por ahora no. No querer que se asusten. Ser distintos de ustedes. Y por ahí se asustar. No somos malos. En realidad somos lo que ustedes decir “niñas” y nuestras, como ustedes decir: “madres” nos dejan experimentar con ustedes. Estamos haciendo un proyecto para lo que ustedes decir “la escuela”. Estamos aprendiendo del universo. Somos buenas. Nos gusta aprender…”
Ya cansado, Javen, que veía que no había un punto o pausa que se aproximase, dijo: “Bueno, bueno, pero ¿dónde está Cartola. ¿Qué hiciste con ella?”
Voz: “No te preocupar, esta en la otra nave, en la de...Miltolda. Ella esta estudiándola, no le va a pasar nada, está bien. No hay muchos libros allá, pero hay muchos juegos, se va a divertir. Miltolda es muy graciosa. Si querer, puedo mostrarla para que veasla y estar tranquilo, pero no te preocupes. ¿así se dice? Ahora pongo una pantalla y ves un ratito, nosotros tener que seguir estudiando. Y no poder perder tiempo…”
Y como no paraba de hablar, de repente, fue interrumpida por una voz gruesa y fuerte: “¡para un poco de hablar Ivabrata! ¡No paras un segundo che! hasta yo me canso. ¡Por favor! ¡Ya lo hablamos esto!”
Y Javen asentía con la cabeza, cuando de pronto, cayó en la cuenta de que la que hablaba ¡era Geatra! Sus ojos se agrandaron como dos libros. No salía de su asombro.
Javen: “¿Po…po..podes hablar??”
Geatra: Si, Ivabrata me dio la posibilidad. Acá en la nave puedo. Y ya que estamos, te voy a decir que ¡no me gusta cuando tardas en darme comida! ¡Ponete las pilas che!, todos los días la misma historia. Y quiero comida mañana y noche. Y dame un poco más, no seas tacaño. Y quiero dormir adentro. ¡Agua papá! dame más agua, ¡y más en verano! ¡o no me vez que estoy con la lengua afuera! Eso significa que ¡estoy sedienta y muerta de calor! Los animales también pasamos frio… y ¡ya me estoy pareciendo a Ivabrata que no para de hablar! pero es la primera vez que hablo, que queres.”
Javen: “Bueno, bueno. ¡Esto debe ser un sueño!” Se pellizcó varias veces. Seguía allí. “Quiero ver a Cartola”
Ivabrata: “Bueno. Tener que adivinar esta adivinanza:
¿Quien es el padre del primo del hijo del padre que es hermano único del hijo de mi padre?”
¡¿Qué?! Dijo Javen, a semejante pregunta. “A ver…y se puso a pensar. No, no, no sé. ¡Dame otra más fácil por favor!
“Bueno” -  ivabrata se rió - y a continuación dijo: “¿Quién es el que bebe por los pies?”
Javen pensó por un momento: “¡Ah! Son las plantas”
“¡¡¡Sí!!!” Dijo Ivabrata contenta. Y apareció una gran pantalla en la que pudo ver a Cartola.

                                                                                                                                  Continuara...