Dedicado a mis sobrinas, Milena e Ivana, quienes
tienen la tarea de completar el cuento.
Cuenta la leyenda que un día,
llegaron a la tierra dos objetos no identificados (Ovnis) y se instalaron en un
pueblito de la Patagonia
argentina. Uno era gigante. Tenia la
forma de una tiara y era todo de cristal. Sin embargo, nada se veía para su
interior. Tenia luces brillantes en las puntas y toda la nave relucía de
esplendor. Se escuchaba una música divertida que provenía de ella y de vez en
cuando, salía un delicioso aroma de tortas de chocolate, y a veces de flores.
Verla era muy hermoso, te engatusaba, no podías dejar de mirarla. La otra era
más pequeña, y tenia forma de ¡libro! A veces, los pueblerinos decían que
estaba cerrado y a veces se veía abierto. Cambiaba de color cada tanto. Era más
veloz que la tiara.
Cartola y Javen, estaban en
el patio de su casa, sentados al claro de la luna disfrutando de una rica
bebida, cuando vieron los ovnis por primera vez. Ya habían escuchado
comentarios de que unas naves semejantes sobre volaban por el pueblo pero no dieron
importancia hasta que las vieron con sus propios ojos. Estaban pasmados. De
repente, vieron aparecer la tiara, se quedaron hipnotizados viéndola, era
preciosa. Estaban desconcertados, seguro estarían pensando salir corriendo pero
esa bella melodía los retenía. La tiara se paro justo arriba de ellos y permaneció
allí por un rato. Unos minutos después se retiró y es en ese momento cuando
advirtieron el libro, que estaba junto a la tiara, suspendida más atrás. Un
minuto después, el libro siguió a la tiara. Cartola y Javen solo atinaban a
mirarse, con la boca abierta, por la sorpresa que se llevaron. Al día siguiente
se lo comentaron a todo el pueblo. Solo los que ya habían visto los ovnis les
creyeron. Los demás los trataban como locos que ven visiones.
Cuatro días más tarde,
cuando Cartola estaba dándole de comer a Geatra, la perra, apareció el libro
otra vez. Esta vez estaba abierto. Estaba aun más cerca. Tan cerca que Cartola se
vio reflejada en aquel libro. Pero cuando pestañó, el libro desapareció como
por arte de magia. Aquella noche Geatra desapareció. Y Javen encontró, en su
plato de comida, un papelito que decía: “bolverè, no preocupar”. Esto les
sorprendió mucho puesto que los perros ¡no escriben! Y si hubiese sabido, a este
perro le faltaba escuela porque volver ¡se escribe con “V” corta! Por alguna razón tanto Cartola
como Javen se quedaron tranquilos. Como si supieran que su perro se encontrara
bien. Pensaban que se la había llevado el libro o la tiara. Pero no se lo decían
ni a ellos mismos para no parecer más locos.
Diez días pasaron. No se
sabía nada de Geatra, ni de las naves. Y Cartola ya estaba bastante preocupada.
Javen ya había hecho carteles de perra desaparecida que distribuyo en el
pueblo. Pero nada se sabía de ella. Hasta que se les ocurrió una idea. Dejaron
un papelito en el plato de comida, donde habían encontrado la nota de no
preocuparse. Decía así: “devolver al perro, lo extrañamos. Gracias.” Lo dejaron
tal cual encontraron el otro. Y al día siguiente, el cartel ya no estaba más.
Paso el día y a la noche se sentaron a cenar en el patio. En un momento Cartola
se levanta para agarrar una empanada que estaban comiendo, cuando la tiara
aparece. Se siente una melodía rítmica y aparecen luces de colores que cada vez
se hacen más grandes y vienen más y más cerca de la tierra. En un segundo, Cartola
es absorbida por estas luces y arrastrada hacia arriba, al interior de la
tiara. Con Cartola suben también todas las empanadas. La tira se aleja. Javen
se da vuelta y no ve ni a su esposa ¡ni
las empanadas! Se queda muy asombrado pensando que pudo haber pasado. Hace
instantes estaba todo ahí. Solo se dio vuelta para agarrar el diario y… ¡ya no había
nada! Medio extrañado se para con el diario en la mano y divisa a lo lejos el
pequeño libro que se acerca a toda velocidad. No se detiene ni un instante. En
el momento que pasa por lo de Javen le lanza una luz potente que se lo lleva
para el interior.
Dentro de la tiara. Cartola
esta en una especie de cocina. Hay ollas desparramadas en una mesa. Hornallas
en la pared. Tenedores clavados en el piso. Sillas en los techos, una heladera
abierta, cucharas y demás utensilios. En fin muchas cosas de una cocina pero ¡todo
desordenado! Sin embargo, no había allí comida. ¡Ni siquiera las empanadas!
Cartola llamo: ¿hola? ¿Hay
alguien ahí?
Solo se escucho una risa
chistosa.
Cartola: ¿Hola?
Y se volvió a escuchar la
risa pero, esta vez, ¡esa boca estaba comiendo! ¡Se podía notar que se reía con
la boca llena!
“¡Se está comiendo las
empanadas!” Dijo Cartola y se escuchó una picara risotada.
Mientras tanto. En el
interior del libro, Javen apareció en una especie de biblioteca. Pero era muy
rara ya que estaba toda hecha de libros: Las paredes, los techos, pisos, las
mesas, las sillas y ¡también las ventanas! El colmo era que había ¡una puerta hecha
de libros! Era una habitación ovalada. Las lámparas eran libros que iluminaban
el lugar, los adornos estaban hechos con libros. Javen se acercó a una ventana,
quiso mirar para afuera…pero lo único que veía eran más libros. Entonces se
dirigió a la puerta. Tomo el libro que hacía
de función de perilla para abrirla. Nada pasaba. Toco la perilla-libro otra vez
y esta se abrió. En esas páginas había
una pregunta: ¿Cómo se llama la mala de la película de 101 dálmatas? A lo que
Javen, contestó: “Cruela de vil”. A continuación la puerta se abrió. Javen pasó
a otra habitación, que, como la otra, sus paredes eran de libros. Pero esta vez
solo eran las paredes. Este espacio era como un salón grande, con pocas cosas.
Ahora si se podía mirar a través de las ventanas. Cuando miro para afuera…se
dio cuenta de que ¡estaba en el espacio! Un millar de estrellas se veían a su
paso. No lo podía creer. Pensaba que estaba soñando. Entonces se dirigió a otra
puerta. Esta no tenía picaporte, tenía una pantalla en la que apareció una cuenta
matemática para resolver: 5*4+6-2/2=
Javen pensó un rato, levantó
su dedo en señal de estar contando y dio su respuesta: “12” . La puerta se abrió. Allí
vio como Geatra se le venía encima corriendo a toda prisa. Contentos los dos,
se tiraron al pasto a jugar un rato. Estaban en una especie de patio. Con un
verde muy lindo y flores por todas partes. Geatra tenía comida, una cucha muy
galante y platito con agua. También algunos juguetes. “¡La mansión que tenes
acá!” Le dijo Javen. “¡No te vas a querer ir más!”
“Hola terrícola”. Dijo una
voz suave y segura.
Javen: “¿Quién sos? ¿Qué
queres de nosotros?
Y la voz contestó: “Estar
estudiando la tierra. Y a ustedes los humanos. No hacer daño. Ustedes quedarse
tranquilos que nada va a pasar. Los vamos a estar estudiando un tiempo y
después los vamos a dejar el mismo día, a la misma hora y en mismo lugar donde
estaban. Como si nada haber pasado. No se van acordar. Tranquilos. Solo
queremos saber más de ustedes. Estamos estudiando diferentes planetas. Y no
entender mucho el suyo. A nosotros nos pareció que ustedes poder servirnos para
estudiarlos…”
Esta voz ¡no paraba de
hablar! Por lo que Javen la interrumpió y le pregunto si se podía hacerse
presente.
Voz: “No. Por ahora no. No
querer que se asusten. Ser distintos de ustedes. Y por ahí se asustar. No somos
malos. En realidad somos lo que ustedes decir “niñas” y nuestras, como ustedes decir:
“madres” nos dejan experimentar con ustedes. Estamos haciendo un proyecto para
lo que ustedes decir “la escuela”. Estamos aprendiendo del universo. Somos
buenas. Nos gusta aprender…”
Ya cansado, Javen, que veía
que no había un punto o pausa que se aproximase, dijo: “Bueno, bueno, pero
¿dónde está Cartola. ¿Qué hiciste con ella?”
Voz: “No te preocupar, esta
en la otra nave, en la de...Miltolda. Ella esta estudiándola, no le va a pasar
nada, está bien. No hay muchos libros allá, pero hay muchos juegos, se va a
divertir. Miltolda es muy graciosa. Si querer, puedo mostrarla para que veasla
y estar tranquilo, pero no te preocupes. ¿así se dice? Ahora pongo una pantalla
y ves un ratito, nosotros tener que seguir estudiando. Y no poder perder
tiempo…”
Y como no paraba de hablar,
de repente, fue interrumpida por una voz gruesa y fuerte: “¡para un poco de
hablar Ivabrata! ¡No paras un segundo che! hasta yo me canso. ¡Por favor! ¡Ya
lo hablamos esto!”
Y Javen asentía con la
cabeza, cuando de pronto, cayó en la cuenta de que la que hablaba ¡era Geatra!
Sus ojos se agrandaron como dos libros. No salía de su asombro.
Javen: “¿Po…po..podes
hablar??”
Geatra: Si, Ivabrata me dio
la posibilidad. Acá en la nave puedo. Y ya que estamos, te voy a decir que ¡no
me gusta cuando tardas en darme comida! ¡Ponete las pilas che!, todos los días
la misma historia. Y quiero comida mañana y noche. Y dame un poco más, no seas
tacaño. Y quiero dormir adentro. ¡Agua papá! dame más agua, ¡y más en verano!
¡o no me vez que estoy con la lengua afuera! Eso significa que ¡estoy sedienta
y muerta de calor! Los animales también pasamos frio… y ¡ya me estoy pareciendo
a Ivabrata que no para de hablar! pero es la primera vez que hablo, que queres.”
Javen: “Bueno, bueno. ¡Esto
debe ser un sueño!” Se pellizcó varias veces. Seguía allí. “Quiero ver a Cartola”
Ivabrata: “Bueno. Tener que
adivinar esta adivinanza:
¿Quien es el padre del primo
del hijo del padre que es hermano único del hijo de mi padre?”
¡¿Qué?! Dijo Javen, a
semejante pregunta. “A ver…y se puso a pensar. No, no, no sé. ¡Dame otra más fácil
por favor!
“Bueno” - ivabrata se rió - y a continuación dijo:
“¿Quién es el que bebe por los pies?”
Javen pensó por un momento:
“¡Ah! Son las plantas”
“¡¡¡Sí!!!” Dijo Ivabrata
contenta. Y apareció una gran pantalla en la que pudo ver a Cartola.
Continuara...
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