domingo, 15 de febrero de 2015

MILEVANA parte 1

                                                                                Dedicado a mis sobrinas, Milena e Ivana, quienes 
                                                                                          tienen la tarea de completar el cuento.



Cuenta la leyenda que un día, llegaron a la tierra dos objetos no identificados (Ovnis) y se instalaron en un pueblito de la Patagonia argentina.  Uno era gigante. Tenia la forma de una tiara y era todo de cristal. Sin embargo, nada se veía para su interior. Tenia luces brillantes en las puntas y toda la nave relucía de esplendor. Se escuchaba una música divertida que provenía de ella y de vez en cuando, salía un delicioso aroma de tortas de chocolate, y a veces de flores. Verla era muy hermoso, te engatusaba, no podías dejar de mirarla. La otra era más pequeña, y tenia forma de ¡libro! A veces, los pueblerinos decían que estaba cerrado y a veces se veía abierto. Cambiaba de color cada tanto. Era más veloz que la tiara.
Cartola y Javen, estaban en el patio de su casa, sentados al claro de la luna disfrutando de una rica bebida, cuando vieron los ovnis por primera vez. Ya habían escuchado comentarios de que unas naves semejantes sobre volaban por el pueblo pero no dieron importancia hasta que las vieron con sus propios ojos. Estaban pasmados. De repente, vieron aparecer la tiara, se quedaron hipnotizados viéndola, era preciosa. Estaban desconcertados, seguro estarían pensando salir corriendo pero esa bella melodía los retenía. La tiara se paro justo arriba de ellos y permaneció allí por un rato. Unos minutos después se retiró y es en ese momento cuando advirtieron el libro, que estaba junto a la tiara, suspendida más atrás. Un minuto después, el libro siguió a la tiara. Cartola y Javen solo atinaban a mirarse, con la boca abierta, por la sorpresa que se llevaron. Al día siguiente se lo comentaron a todo el pueblo. Solo los que ya habían visto los ovnis les creyeron. Los demás los trataban como locos que ven visiones.
Cuatro días más tarde, cuando Cartola estaba dándole de comer a Geatra, la perra, apareció el libro otra vez. Esta vez estaba abierto.  Estaba aun más cerca. Tan cerca que Cartola se vio reflejada en aquel libro. Pero cuando pestañó, el libro desapareció como por arte de magia. Aquella noche Geatra desapareció. Y Javen encontró, en su plato de comida, un papelito que decía: “bolverè, no preocupar”. Esto les sorprendió mucho puesto que los perros ¡no escriben! Y si hubiese sabido, a este perro le faltaba escuela porque volver ¡se escribe con  “V” corta! Por alguna razón tanto Cartola como Javen se quedaron tranquilos. Como si supieran que su perro se encontrara bien. Pensaban que se la había llevado el libro o la tiara. Pero no se lo decían ni a ellos mismos para no parecer más locos.
Diez días pasaron. No se sabía nada de Geatra, ni de las naves. Y Cartola ya estaba bastante preocupada. Javen ya había hecho carteles de perra desaparecida que distribuyo en el pueblo. Pero nada se sabía de ella. Hasta que se les ocurrió una idea. Dejaron un papelito en el plato de comida, donde habían encontrado la nota de no preocuparse. Decía así: “devolver al perro, lo extrañamos. Gracias.” Lo dejaron tal cual encontraron el otro. Y al día siguiente, el cartel ya no estaba más. Paso el día y a la noche se sentaron a cenar en el patio. En un momento Cartola se levanta para agarrar una empanada que estaban comiendo, cuando la tiara aparece. Se siente una melodía rítmica y aparecen luces de colores que cada vez se hacen más grandes y vienen más y más cerca de la tierra. En un segundo, Cartola es absorbida por estas luces y arrastrada hacia arriba, al interior de la tiara. Con Cartola suben también todas las empanadas. La tira se aleja. Javen se da vuelta y no ve  ni a su esposa ¡ni las empanadas! Se queda muy asombrado pensando que pudo haber pasado. Hace instantes estaba todo ahí. Solo se dio vuelta para agarrar el diario y… ¡ya no había nada! Medio extrañado se para con el diario en la mano y divisa a lo lejos el pequeño libro que se acerca a toda velocidad. No se detiene ni un instante. En el momento que pasa por lo de Javen le lanza una luz potente que se lo lleva para el interior.
Dentro de la tiara. Cartola esta en una especie de cocina. Hay ollas desparramadas en una mesa. Hornallas en la pared. Tenedores clavados en el piso. Sillas en los techos, una heladera abierta, cucharas y demás utensilios. En fin muchas cosas de una cocina pero ¡todo desordenado! Sin embargo, no había allí comida. ¡Ni siquiera las empanadas!
Cartola llamo: ¿hola? ¿Hay alguien ahí?
Solo se escucho una risa chistosa.
Cartola: ¿Hola?
Y se volvió a escuchar la risa pero, esta vez, ¡esa boca estaba comiendo! ¡Se podía notar que se reía con la boca llena!
“¡Se está comiendo las empanadas!” Dijo Cartola y se escuchó una picara risotada.
Mientras tanto. En el interior del libro, Javen apareció en una especie de biblioteca. Pero era muy rara ya que estaba toda hecha de libros: Las paredes, los techos, pisos, las mesas, las sillas y ¡también las ventanas! El colmo era que había ¡una puerta hecha de libros! Era una habitación ovalada. Las lámparas eran libros que iluminaban el lugar, los adornos estaban hechos con libros. Javen se acercó a una ventana, quiso mirar para afuera…pero lo único que veía eran más libros. Entonces se dirigió a la  puerta. Tomo el libro que hacía de función de perilla para abrirla. Nada pasaba. Toco la perilla-libro otra vez y esta se abrió.  En esas páginas había una pregunta: ¿Cómo se llama la mala de la película de 101 dálmatas? A lo que Javen, contestó: “Cruela de vil”. A continuación la puerta se abrió. Javen pasó a otra habitación, que, como la otra, sus paredes eran de libros. Pero esta vez solo eran las paredes. Este espacio era como un salón grande, con pocas cosas. Ahora si se podía mirar a través de las ventanas. Cuando miro para afuera…se dio cuenta de que ¡estaba en el espacio! Un millar de estrellas se veían a su paso. No lo podía creer. Pensaba que estaba soñando. Entonces se dirigió a otra puerta. Esta no tenía picaporte, tenía una pantalla en la que apareció una cuenta matemática para resolver: 5*4+6-2/2=
Javen pensó un rato, levantó su dedo en señal de estar contando y dio su respuesta: “12”. La puerta se abrió. Allí vio como Geatra se le venía encima corriendo a toda prisa. Contentos los dos, se tiraron al pasto a jugar un rato. Estaban en una especie de patio. Con un verde muy lindo y flores por todas partes. Geatra tenía comida, una cucha muy galante y platito con agua. También algunos juguetes. “¡La mansión que tenes acá!” Le dijo Javen. “¡No te vas a querer ir más!”
“Hola terrícola”. Dijo una voz suave y segura.
Javen: “¿Quién sos? ¿Qué queres de nosotros?
Y la voz contestó: “Estar estudiando la tierra. Y a ustedes los humanos. No hacer daño. Ustedes quedarse tranquilos que nada va a pasar. Los vamos a estar estudiando un tiempo y después los vamos a dejar el mismo día, a la misma hora y en mismo lugar donde estaban. Como si nada haber pasado. No se van acordar. Tranquilos. Solo queremos saber más de ustedes. Estamos estudiando diferentes planetas. Y no entender mucho el suyo. A nosotros nos pareció que ustedes poder servirnos para estudiarlos…”
Esta voz ¡no paraba de hablar! Por lo que Javen la interrumpió y le pregunto si se podía hacerse presente.
Voz: “No. Por ahora no. No querer que se asusten. Ser distintos de ustedes. Y por ahí se asustar. No somos malos. En realidad somos lo que ustedes decir “niñas” y nuestras, como ustedes decir: “madres” nos dejan experimentar con ustedes. Estamos haciendo un proyecto para lo que ustedes decir “la escuela”. Estamos aprendiendo del universo. Somos buenas. Nos gusta aprender…”
Ya cansado, Javen, que veía que no había un punto o pausa que se aproximase, dijo: “Bueno, bueno, pero ¿dónde está Cartola. ¿Qué hiciste con ella?”
Voz: “No te preocupar, esta en la otra nave, en la de...Miltolda. Ella esta estudiándola, no le va a pasar nada, está bien. No hay muchos libros allá, pero hay muchos juegos, se va a divertir. Miltolda es muy graciosa. Si querer, puedo mostrarla para que veasla y estar tranquilo, pero no te preocupes. ¿así se dice? Ahora pongo una pantalla y ves un ratito, nosotros tener que seguir estudiando. Y no poder perder tiempo…”
Y como no paraba de hablar, de repente, fue interrumpida por una voz gruesa y fuerte: “¡para un poco de hablar Ivabrata! ¡No paras un segundo che! hasta yo me canso. ¡Por favor! ¡Ya lo hablamos esto!”
Y Javen asentía con la cabeza, cuando de pronto, cayó en la cuenta de que la que hablaba ¡era Geatra! Sus ojos se agrandaron como dos libros. No salía de su asombro.
Javen: “¿Po…po..podes hablar??”
Geatra: Si, Ivabrata me dio la posibilidad. Acá en la nave puedo. Y ya que estamos, te voy a decir que ¡no me gusta cuando tardas en darme comida! ¡Ponete las pilas che!, todos los días la misma historia. Y quiero comida mañana y noche. Y dame un poco más, no seas tacaño. Y quiero dormir adentro. ¡Agua papá! dame más agua, ¡y más en verano! ¡o no me vez que estoy con la lengua afuera! Eso significa que ¡estoy sedienta y muerta de calor! Los animales también pasamos frio… y ¡ya me estoy pareciendo a Ivabrata que no para de hablar! pero es la primera vez que hablo, que queres.”
Javen: “Bueno, bueno. ¡Esto debe ser un sueño!” Se pellizcó varias veces. Seguía allí. “Quiero ver a Cartola”
Ivabrata: “Bueno. Tener que adivinar esta adivinanza:
¿Quien es el padre del primo del hijo del padre que es hermano único del hijo de mi padre?”
¡¿Qué?! Dijo Javen, a semejante pregunta. “A ver…y se puso a pensar. No, no, no sé. ¡Dame otra más fácil por favor!
“Bueno” -  ivabrata se rió - y a continuación dijo: “¿Quién es el que bebe por los pies?”
Javen pensó por un momento: “¡Ah! Son las plantas”
“¡¡¡Sí!!!” Dijo Ivabrata contenta. Y apareció una gran pantalla en la que pudo ver a Cartola.

                                                                                                                                  Continuara...

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