“Hagas
lo que hagas pon todo tu Ser”
Acción poética Neuquina
América del Sur, Patagonia Argentina, Neuquén,
sobre la cordillera de los Andes se encuentra nuestro lugar: el volcán Lanin.
Volcán compartido con el vecino Chile,
custodiado por cerros y valles, rodeado por hermosos lagos, como el Paimún, el Huechulafquen,
el Tromen, entre otros. Ese lugar en el mundo que la vida nos eligió para
compartir, al “grupo de los 5”, para creer y crear. Ese maravilloso lugar que
se nos obsequió para empezar el año nuevo. Para ver y rever metas, obstáculos,
motivaciones, sentimientos, pensamientos. Para sentir nuevas sensaciones,
nuevas emociones. Comprender y aprender más de esta vida desde otra
perspectiva, con otros horizontes, allá, a 3776 msnm.
Claro que no es solo el hecho de estar
allí, primero hay que llegar. Ese es el punto. El “sacrificio” que se hace en
el camino, como esta “roca muerta” lo impone. Se requiere una cierta exigencia
para subir. Conectar cuerpo, mente y alma.
Hablo de sacrificio, remontándome a la
leyenda del volcán. Esta cuenta que en la cima del Lanin vivía el Dios
Pillán. Un día, este vio cómo se
acercaban unos jóvenes de la tribu Huaiquimil tratando de cazar Huemules. Lo
cual ocasionó su furia e hizo entrar en erupción al volcán, perjudicando a toda
la comunidad. Para aplacar su ira, se debía sacrificar a la hija menor del
cacique, Huilefun, y arrojarla al cráter. Una vez realizado este sacrificio, el
volcán cesó y una gran capa de nieve se estaciono en su cima tapando el cráter.
Desde ese día el volcán permaneció callado. Nuestro sacrificio es lograr un
ascenso tranquilo y respetando y cuidando el lugar.
En el vasto camino a recorrer es donde
más observamos, donde más buscamos y donde más nos demostramos lo que podemos
lograr. Es aprendizaje. Saltan los enigmas positivos y negativos de cada uno,
para reflexionar y conquistar dentro, para ayudar a mejorar el camino del viaje
que es esta vida. La cima es el resultado, allí veremos el logro, la
recompensa. Disfrutaremos con emoción
que la energía positiva venció, de la forma que sea, a la negativa. Son 20
minutos de aire singular, de imágenes inigualables.
En la base, a las 10 am, con las
mochilas y los sueños al hombro, llenos de esperanzas miramos para arriba,
nuestro cuello se dobla para ver en su esplendor al sagrado volcán. El grupo de
los cinco enprende la marcha adentrándose al bosque de araucarias y pehuenes;
lleno de ñires, lengas y flores amancay. Expectativas y ansiedades aparecen. Nos
aventuramos a este símbolo Provincial.
Atravesamos su bosque y llegamos a su cara norte para iniciar la subida.
Pedimos “Permiso y gracias” a esta majestad, augurando un buen viaje y
prometiendo cuidarlo sin contaminarlo. Lugar sagrado para los de acá, los
hermanos Mapuches. Considerandolo lugar lleno de sentido y simbolismo, rinden
su famoso culto Rewe a esta roca sobre su base.
Con cuidado atravesamos la “espina de
pescado” y allí vimos asomarse los primeros valles y cerros lindantes. De a
poco y con paciencia subimos por las piedras. Seguimos el camino “Desvío de mula”.
Aparecen los lagos. Nos vamos nutriendo la vista. Los ojos van maravillándose a
cada momento con la cordillera que se nos impone. Nos damos vuelta y dejamos de
subir, solo para ver en todo momento el jardín de nuestro volcán.
En cinco horas de ascenso,
aproximadamente, llegamos a una pequeña y placentera parada. El refugio
militar. Allí nos recibió Ignacio con unos ricos mates. En ese momento en que
estas compartiendo el mismísimo mate argentino, de repente, miras a tu
alrededor y te das cuenta de que estas a mitad del Lanin oteando la increíble
cordillera y pensas: “¿esto es de verdad? ¡¿esta inmensa hermosura es real?!” y
te respondes: ¡¡¡sí!!! ESTOY A MITAD DEL LANIN y ¡mis ojos se engalanan de
tanto esplendor! Es una sensación de ensueño. La cabeza te hace “click”. Es un
sentimiento particularmente grato, emocionante. La paz y la alegría reina el
lugar. Y fluye esa energía necesaria para el cuerpo, la mente y el alma.
Impagable. No estamos acostumbrados a esto. Vemos tanta civilización y barbarie
en las ciudades, que esto, es un regalo para nuestro corazón.
Una hora más de ascenso y llegamos a
nuestro primer destino, a los 2600 msnm, nuestro techito amarillo. Abrimos la puerta y aparecen los sueños, las
alegrías, las historias de vida de tantos que han pasado por aca. El C.A.J.A (Club
Andino de Junin de los Andes). Nuestra momentánea casita. Y vaya que tiene una
linda vista, desde abajo y hasta arriba. Quizá lo estés leyendo y lo imagines o
busques en fotos, pero verlo en vivo y en directo y más que nada sentirlo…¡ufff!
Ante nosotros se ve esta gran
cordillera que produce sensaciones indescriptibles en nuestra retina. Arriba,
la ansiada la cima. Que cada vez está más cerca. Y abajo están los lagos,
montañas y… ¡las nubes!. Esos pedacitos de nubes que los peques piden que les
lleves en un frasquito. Y ya se asoman otros gigantes: Osorno, Villarrica, Llaima.
Descansamos allí, acompañados por
algunos zorros e intrépidos cóndores. Fue un día hermoso. El sol nos acompañó
en todo momento incluso tan luminoso que no nos dejó dormir. Hasta que la luna
copó el lugar. Luna llena preciosa. Trajo la noche y el sueño. Pero también nos
acompañó el frio. Al cual nos rendimos. Solo lo vencimos con la super sopita a
las 2 am. y retomamos nuestro camino a la bolsa de dormir. El frio volvió a
sentirse. Amaneció con un sol radiante y la luna se quedó para contemplar
nuestro triunfo, nuestro arribo a la cumbre.
Última etapa. Nieve. El grupo de los
cinco se prepara. Cambiamos las mochilas por los crampones y demás equipo de
nieve. 6.50 hs am. Comenzamos a subir.
Aparecen camaradas subiendo cerca. E intercambiamos
saludos y sonrisas. Estamos todos contentos allí arriba. Cansado, pero
contentos Y con la misma meta, la cumbre. Nunca más dejas de mirar la cima.
Siempre subiendo mirándola, como el trofeo máximo. En estos momentos, donde
traes cansancio acumulado, donde el sol pega en la nieve y refracta en tu
cuerpo, donde se acrecientan las ansiedades por llegar a la cumbre, nuestros
cuerpos empiezan a hablar. Piden clemencia, descanso. Las piernas flaquean y la
cabeza…la cabeza piensa. Papel importante para la fuerza interior. Me atrevería
a decir que la mente es más importante que el cuerpo. Y varios concordarían
conmigo. Cuantos ejemplos hemos conocido a lo largo de la vida, de personas con
diferentes discapacidades que hacen hazañas que parecieran imposibles para
ellos. Sin embargo triunfan. Todo está en el estado mental. Si lo quieres lo conseguirás.
No dejarse vencer. Pensar en positivo y aplacar los malos pensamientos. Armarse de buenas energías. Nutrirse de paz y
armonía. El último esfuerzo. ¡Vamos equipo! ¡vamos grupo de los cinco! Los
miedos carcomen las posibilidades. No dejarse avasallar por imposibles, ni
estructuras, ni miedos ajenos. Salir a conquistar la cima propia con la
seguridad al filo. Enfrentando las adversidades que se presenten.
El clima, a pesar del calor, acompañó.
Fue una linda suerte ya que es una condición importante para poder ascender. No
hubo mayores dificultades. Nos acompañamos, nos contuvimos como una gran
Gestalt. Todos, al ritmo que se pudo, airosos ya de pisar lo más alto, de tenerlo
ahí, al alcance de tus manos, ves el ansiado final, ya te sentis en la gloria.
Das las tres pisadas que te faltan y… ¡llegamos a la pre cumbre! (Dicen que sin
esfuerzo no hay buena recompensaJ). Me hubiese gustado llegar ya a la cima, pero
no. Resulta que hay una linda lomita que no te permite ver la cumbre antes. Es
esa formita que se ve de lejos. De cerca es un poquito más extensa. Y con toda
la ansiedad que llevas, que pesa más que la mochila, cuesta un poquito más. Pero
con paciencia y esmero todo se puede. Asique cargas nuevamente las energías y
retenes el grito de triunfo y seguís la marcha lo poco que falta. Ahora sí! ¡¡¡Pisamos
cumbre!!!
Y llegan los aplausos,
gratificaciones, sonrisas, alegrías…y te olvidas de todo. Del frio, del calor,
de los dolores corporales, de todos los contratiempos. Cumpliste un objetivo
que cubre cuerpo, mente y alma. Y te los hiciste a los tres a pesar de lo que
pese. Estas ahí en la cima, en la cumbre del gran volcán. Ese que soles mirar
desde abajo. Y te ves a vos ahí, arriba, un puntito en la cima y otra vez “click”
en la cabeza: es una imagen sorprendente, inmensa, que vale más que mil
palabras y pensamientos. Es un millón de cosas. Y entendes más. Ya no somos
esas personas en una sociedad “a medida” con reglas, normativas y cascos
cuadrados. Somos más pequeños que un piojo allí en lo alto, y vemos a los
grandes: Llaima, Osorno, Villarica, Quetrupillan, Puyehue, y otros. Ves cerros,
montañas, glaciares, valles, bosques. Mires para donde mires. Compartis con la
montaña, con la naturaleza. Tanta adrenalina pasó por tu cuerpo. Y entendes a
los Mapuches que tratan esta roca sagrada como una santidad y la protegen,
luchando por conservarla, tratando de que no se vuelva un turismo comercial y haciéndolo
valer.
Estamos en la cumbre, grupo de los
cinco, tocandola con nuestras propias
manos. Plantando nuestra bandera. Dejando nuestra cuota de ADN. Son minutos de
satisfacción, de reflexión, de alegría.
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