martes, 27 de agosto de 2013

Too many people preaching practices



"Too many people preaching practices, don't let them tell you what you want to be" Paul McCartney.



                    Al parecer es una cuestión bastante inadecuada. Careces de razón, pero todo lo que decís es correcto. Y no fundamentas con los mil millones de motivos existentes a tu alrededor. Te compenetras y los ves; ves esos motivos claramente dispuestos a defenderte, a afirmar tu capricho. Y aun así, no los utilizas, no los necesitas. Los reafirmas en tu ser, los amas, pero los guardas. Careces de razón…por un instante parece cierto. Porque los dejas ver aquello que parece ser y despedís una seguridad dubitativa. Los dejas ver…quizá, lo que pueden ver, porque quizás no entenderían la seguridad de lo es, de ese ser dispuesto a todo, creado por todo, avalado por todo.
                    Y un mundo cercano se desliza por aquí, va unido de la mano de otro mundo, el paralelo, el inaceptable, el querellante…el que anda queriendo andar la vida,  con su rotación, translación y procesión a la inversa. Esos dos mundos van a la par, a la deriva; van bien. Excitantes, expectantes y extravagantes. Andan a paso firme con la casa acuesta y meditabundos. Se cruzan en un punto y por un momento coinciden en razón. Esa razón de la que se habla, de la que se necesita, de la que se cree que vale. Y quizá en ese momento, y sólo en ese momento, los mundos producen un universo propio de este universo; éste, morador de mundos comprendidos, mundos adecuados, mundos con razón.
                    Parece mentira pero es verdad. La mentira que se oculta demuestra la verdad que se demuestra. Esa verdad mentirosa, es una verdad sin fundamentos. Que cobra veracidad por el hecho de presentar efímeros indicios de razón, de certidumbre, de sazón. ¿Y si digo “Veni, vidi Vici!” como dijo Julio Cesar? Veni. Vidi. Vici. El universo racional festejara mi éxito! Sólo porque lo dije. Habrá también dicho eso Colon cuando llegó a América? Se necesita creer, se necesita reír, se necesita…y por un momento me compenetro al universo racional. Cuando los mundos se cruzan en es punto entre los tres movimientos, y es allí en ese punto que “vine, vi y vencí”  en este universo,  dejándome regodear por la razón, por la tranquilidad de pertenecer, de creer, de ignorar la mentira verdadera y ser parte de la nube estructurada de razón. Que se disipa luego del placentero momento de intersección de mis mundos: el de la razón y el de la des razón.    

Y un día la vas a dejar ir...



Y un día la vas a dejar ir…lenta, apacible, risueña.
Y se irá contenta revoloteando por doquier, mirando al horizonte,
Tranquila, rebosante de alegría.
Y cantarán los pájaros que alguna vez gorgojearon canciones impuras convirtiendo sus melodías en serenas baladas.
Y un día la vas a dejar ir… trémula, la veras ir, despacito por los lados casi atónita de tanta libertad, de tanta responsabilidad y de tanta ligereza. Surcarás tus miradas para ofrecerle espacio, esperarás allí, viéndola partir hasta perderse de amor en el horizonte.
Y un día la vas a dejar ir…vivirán eternas y felices, quietas y serenas. Y podrán pertenecerse y estar a la par a la distancia.
Será como un tesoro preciado, premiado. Regirán las leyes de la nada
y la nada misma resurgirá.
No volverán a verse, jamás, pero en lo profundo serán inmensamente inseparables y estarán ahí, en ese lugar que ninguna está, pero que ambas comparten. Ahí. En el preciso lugar en que requerirán de la otra.
Y un día la vas a dejar ir…
Y un día la vas a dejar ir…

Ey! (Somos dos...en uno...)



Ey! Escucha. Escuchame hablar. Si, dale, escucha lo que tengo para decirte.
Harán falta palabras para expresarte lo que siento?
Si lo que siento esta en vos, por vos y para vos.
Ey! Mirame. Dale, mirame. Vas a ver que lindo! Me vas a sentir respirando tu aire.
Este aire compartido por los dos. Saboreado por los dos.
Ey! Sabes? Te entiendo. Si. Te entiendo. Y sé que vos me entendés. Es algo mutuo.
Somos diferentes, pero nos une ese aire que respiramos juntos.
Me acaricias con la mirada y te abrazo con la voz.
Ey! Estas acá conmigo y yo estoy allá contigo, escuchandonos, sintiendonos.
Siento con intensidad tu calor, esa pasión desenfrenada
con la que arremetes la vida. Y sentís, cómo yo con desenfrenada pasión,
me adueño de la vida.
Esta vida unida por un soplo, un hálito; por un aire.
Ey! Mirame! Escuchame! Ya sabes que voy a decir. Pero qué lindo es escucharlo en otro! Eso mismo que siento acá y que tenes vos
 Armonizar, sentir, querer juntos…
Ey! Qué lindo es saber que estas ahí  y conmigo…

miércoles, 21 de agosto de 2013

Oda al subte


Habría que tirarle la idea a Macri. Si, por qué no? Se podría aprovechar más el espacio, el tiempo, y seríamos todos más felices. Por qué no convertimos el viaje en subte en un boliche?! Lo único que falta es poner luces de colores y que alguno de los viajeros le eche gas al mp4! Hasta podemos tener diferentes estilos de música. Vagones temáticos! Y en vez de apretujarnos incómodamente, tendríamos 15 minutos de apriete y chamuyo. Y nos haríamos amigos, o por lo menos nos la bancaríamos más. Pero a ver, busquemos soluciones para esos días en que uno no tiene ganas de aguantar esos viajes. Igual, no digo que no es entretenido viajar en subte en hora pico!
Ponele que llegás apurado porque te quedaste 5 minutos más en la cama…esperás que el subte llegue rápido y con (aunque sea) un huequito para meterte. No es usual que venga uno repleto y lo dejes pasar, pero al segundo mirás de nuevo la hora y dudás en dejar pasar la oportunidad y tratás de calcular más o menos dónde van a abrirse las puertas del subte cuando pare. Te mirás sospechosamente con la persona de al lado (o no, solo la relojeás; sabés que está ahí esperando como vos) para poder entrar primero, y estás preparado para arremeter y empujar si es necesario. Y casi te olvidás de los que bajan, o no te importan un “catzo”! Bue, ponele que te subiste, pudiste hacer dos pasos y ya estas atroden, y estás bien cerca de la gente, apenas rozándolos pero, tranqui, nadie te pasa brazo por el hombro, ni carteras en el traste; respirás bien, normal para lo que es esa hora y en las, digamos, primeras estaciones del recorrido. Bue, llegamos a la otra estación, más apretaditos, más juntitos; empezás a sentir el perfume del otro, bah con suerte es perfume! porque sino es el pucho de la mañana incrustado en el saco del otro, entre otros. Y llegamos a esa estación en la que se sube el malón de gente final. Que ya los ves desde adentro- cual angurrientos - esperar que se abran las puertas para abalanzarse al nada de espacio que hay, pero que de todas maneras, a la fuerza y a presión se hace. Y ahí, recién ahí, aparece la diversión posta! Y que juego intelectual! Porque aprendés. Ah noooooooo! Viajar en subte no solo es divertido, vos que te crees? Aprendés a concentrarte, a estar atento a diferentes cosas, trabajas con el cuerpo… Es un, digamos, trabajo completo. Cuerpo y mente y por qué no alma? a pleno. Con razón mi jefa me quiere matar a veces (o casi siempre, jeje, pero eso ya es otro tema) porque me cuelgo con alguna tarea o mis compañeros se me ríen por mi caminar cuando llego. Y a veces hasta por mi peinado…es que vengo de trabajar! Quince minutitos como mínimo eh, a full de concentración y uso del cuerpo! Porque cuando uno está metido ahí adentro, en esa confusión de cuerpos, todo cambia. Bueno, volvamos, ponele que habíamos quedado casi al principio, cerca de la puerta pero después te fuiste yendo para el medio, así, de a pasitos cortitos, más cortitos que los de las geishas. Porque hay gente, no te olvides que hay mucha gente, así es que ni siquiera te movés por voluntad, te mueven! Bue, ponele que estás en el medio… que cagada, estás a la deriva porque no tenés de dónde agarrarte. Bueno, te lo planteás como un desafió más, más concentración. Equilibrio.
Dijimos que se mete el malón y terminás quién sabe dónde, y ni siquiera sabés cómo- p o r q u e N O h a b í a l u g a r- pero terminaste en la jungla de personas (o personos, jeje) y bue Tetris! Brazos por encima de tus hombros, tu pierna derecha que se quedo adelante, la izquierda colgando por atrás; no se sabe cómo pero justo a vos, que sos peti, se te ponen alrededor todos altos, justo! o, bue para que exagerar tanto, algunos tienen altura normal, pero todos se creen que tienen el derecho de pasarte el brazo por la cabeza para agarrarse de lo que puedan y vos quedás ahí, enclenque, más encorvada que el jorobado de Notredam, inmovilizada cual estatua, tratando de no retorcer tanto el cuello, tratando de erguirte y mirando de mala gana, a ver si se dignan a correrse (ja!). En serio che, que una vez me aplastaron contra un tipo y tuve que gritar que me dejen respirar para que se abran un poco. Y también yo…respirar…eeeh lo que pido yo también, jeje. En fin, recuerdos…
Bue, estás ahí encajado, cuidando de que la cartera te quede en tu poder y bien agarrada y todo cerrado para que no afanen. La apretás contra vos como si fuera oro. Y bue, como estás en medio de la multitud casi sin control de nada, le clavás, quizá inconsciente o conscientemente también, el tupper del almuerzo que tenés encima, en el medio del orto o en la espalda del que tenés adelante. Y esa gente que no te quiere ni mirar pero sabés que te está puteando con todas las ganas. Y vos, obvio, puteás al de atrás que te mete el maletín por el medio de las piernas o capaz que son bolsas (las detesto, son las peores) o mochilas. Y hablando de apoyar…sí, también están los que apoyan. Eh?, ah?, qué? qué pasó? Qué?, se hacen los dolobus! y meten mano, te apoyan su fucking dick. Y están aquellos que se apoyan en vos como si fueras un mueble o una pared; claro, sino se caen. A ver, no me molesta que me pongan la mano en el hombro, pero los giles o gilas que se tiran a hacer “la espalda con espalda” para sostenerse…aaaaah! Y qué lucha! A veces hacés presión en contra para que no te saquen el lugar, porque si sos buena y les dejás lugar para que se sientan mas cómodas, porque generalmente son ellAs (aunque ellos cada vez están más histéricos), se te pegan de nuevo y volvés a la misma historia; más apretada todavía!!! Bue, estás toda torticoleada, con la patita que se te mueve de acá para allá, moviéndote con la masa como en círculos, tipo zamba, pero todo lleno; no es solo un wachiturro que se hace el langa en el medio, somos todos. Y nos movemos. Lo bueno es que no te caés. Punto a favor! Ah, y estás calentito porque ahora que hace frió, y estás con todo el abrigo tipo matriz haciendote la linda y te olvidaste de sacártelo o de aflojar aunque sea la bufanda, te estás cagando de calor! Aire? Aire acondicionado decís? JAJAJAJA JA! Sí, sí, claro, te ponen el aire un día que no hace falta, un domingo tipo 9 de la mañana…na. Naaaaaa, si es un lujo y viajás re bien! - No entiende el que nació en cuna de oro! - Pero en hora pico, si te ponen un tren nuevo, ya es mucho, y de ahí pedir que te pongan aire… bue vos también querés todo. Abrí las ventanas si tenés friooo!.. Eeeeeh peerrrrdón? pero QUÉ ventanas?! Aaah! sí, sí, creo que vi por ahí una ventanita más indiscreta que la de la peli. Que si podés y te abalanzás para abrirla, primero te miran mal, segundo que no haya sentada cerca de la ventana una señorita con el peinado coqueto porque, así como salió de su casa, tiene que llegar a su destino! sin que se le mueva un pelo! Viste?, como en el colectivo. Por ahí hay mas viento en la superficie, pero en el subte también pasa.
Bue, estábamos en que estás todo apretujado en medio de la gente. Te concentrás: controlar las manos y pollas atrevidas, controlar los (muy) posibles afanos; te concentrás en la patita bailarina, en no cansarte el cuello, en no perder el último control que tenés sobre vos mismo (hay que tener en cuenta las emociones. Hay muchas en juego) y cuántas cosas más! y en una de esas te suena el celu. Musiquita para todos! Perdón, pero a veces se escucha cada tema banana! Mamadera y si vibra!? Jeje, yo he tenido celus a la altura de los culos de algunos. Y por ahí los ves incomodarse pero por ahí, sonreír…“algo es algo”! (como dijo alguna vez facu Cabral en uno de sus monólogos) jaja. Pero lo más divertido de todo son los olores. Oooh, los olores! Viste que estás en posiciones inimaginables y el apriete y… presión y presión y…a veces se escapa…y sí, el cuerpo es así, loco. Tanta presión…por algún lado tiene que salir…y sale por ahí. Generalmente es un airecito callado, pero que se hace sentir! Y bueno, a veces me pasa a mí, a veces a vos o a los dos juntos. Viste cuando lo tenés tan cerca al otro que te compenetrás. Y se arma un juego de miradas y movimientos de “yo no fui” y como quién no quiere la cosa, te hacés el dolobu y te pasás la mano por la nariz tratando de taparte. Yo una vez me relaje así a propósito. Sí, y qué?! Era para intentar cosas nuevas, viste? Para que la gente me dejara espacio. Algo había que hacer! Estaba en mi posición “T”, de coté del tetris y me reía de la impotencia y fue entonces que me dije: vamos! Esta es tu oportunidad para intentar cambiar esto! Junté ganitas y soplé. No me importaba que se escuchara. Algo tenía que hacer! Por suerte no sonó pero el aroma copó en derredor. Siempre hay alguien que dice que “qué barbaridad! encima se cagan!” y que no se qué! Y sí! yo también pienso así, pero es que el subte te cambia, te transforma; perdés controles importantes, viste? Bue, la cosa es que alguito de espacio gané, pero igual mucho no valió la pena. El olor se hizo presente y estábamos todos medio conteniendo la respiración; bue, viste que tu propio olor es más aguantable. Así que digamos que no lo padecí tanto como los otros (jeje). Y Salí hecha vo sabé?! Porque descargué, porque gané un poquito de espacio, porque hice algo para tratar de cambiar la situación y porque yo no tuve que aguantar el olor ajeno (en ese sentido, vale aclarar). Igual… ya NO hago MÁS esas cosas eh!!! Fue hace muuuucho eso, era una pibita todavía. Y fue una teoría que llevé a la práctica solo una vez! Nooo, pará que fue hace rato eso. Ahora soy toda una LADY.
Pero insisto, ese olorcito no es lo único que respiramos aquel día, o cualquier día. Siempre hay muchas más fragancias para aspirar. Están los distintos perfumes masculino/femeninos, colonias, desodorantes, malos alientos, el saco que dejaste en la silla donde durmió toda la noche el gato, los que saludaron al perro antes de venir, el puchito, etc, etc, etc…es una mezcolanza importante. Y bue, en fin, son a lo sumo 20 minutitos eh! si es que no se para el tren unos cuantos minutos en el medio del recorrido. Esos pocos minutos en que todo se vuelve quieto, que no pasa nada. Que son eternos; ahí, cuando te empieza a titilar el brazo que te quedó medio torcido y le ves la gota de sudor en la frente al gordis panzón que está enfrente tuyo, o al que está todo doblado mitad del cuerpo encima de la que está sentada (que te mira como si te estuvieras atreviendo a molestarla solo por el hecho de que tiene coronita porque está sentada ahí, la muy pancha, con la mitad o menos de las preocupaciones que tenés vos) y que tenés en la otra pierna, haciéndote caricias, la bolsa de madera de la de atrás, si es que no te está clavando la punta  de la bolsa o el codo. O bien, tranquilamente, el tren se queda esos memorables minutos en la estación, pero no te abren las puerta ni por puta casualidad! Ahí yo me hago creyente al palo y empiezo a elevar plegarias a todos los dioses, diosas, al dalai, a buda, no se; a Marlon brando, a Mufasa, a la brujita Verón. A L G U I E N  Q U E  H A G A  A R R A N C A R  E L  B E N D I T O  T R E N!!! Y bue, arranca. Ah! y a todo esto se le suman las conversaciones “boludas” de las otras personas. Esas que para vos son boludas cuando no participás en ellas. Después cambia la cosa. Ah sí, claro claro; cuando vos sos la que esta conversando, de lo que sea eh?, la boluda sos vos porque, qué carajo le importa al de al lado lo que hiciste la noche anterior! O peor! Cuando se juntan las madres que comentan hasta el pedito que se tiró el bebe cuando dormía. Sí, sí, ya se amiga, me decís que entenderé cuando sea madre…bue, ahí verémos. En fin, conversaciones de todo tipo. Igual, ojo! Hay gente que le gusta escuchar, y hasta a veces agarrás alguna persona que tiene facilidad para contar historias y te llegas a cagar de risa! Por eso, hay de todo; además es inevitable a veces escuchar. Y bue, en fin, el tren que tren llega a las principales paradas de destino y empieza a haber más lugar y cre-í-amos que todo había pasado. Y nos incorporamos y respiramos más normal. Y corroboramos que todo esté bien. Y nos aflojamos porque ya podemos apoyar las dos piernas y nadie nos pasa los brazos por encima; y todo eso y…arranca hacia tu última parada. Y claro, estás tan suelta y desprevenida, todavía medio atontada por todo lo que tuviste que tener en cuenta hasta ahora. Más las presiones corporales. En fin. Te bancaste todo eso y ahora parece como si flotaras de lo liviana y suelta que estás. Así, parecido a lo que sentís después de sacarte un yeso (o eso me contaron); esa sensación. Y de pronto, no advertís el movimiento brusco del tren y ahora sí, tenés lugar para irte de un lado a otro como un choborra. Y sí tenés suerte como yo, por ahí te caés en los brazos de un muchachito lindo (guiño, guiño); bue, digamos que yo me “caí”. Lo mío fue premeditado, lo admito. Lo vi ahí, me puse al lado para tentar a la suerte y no me agarré de nada para, como dirían los anglosajones: “caerme en el amor”, y de repente, “ups”! Me “caí” en los brazos del pibe este! Y si tenés suerte, el pibe te ataja y es amor a primera vista (a primera vista de él quizá; vos ya lo habías fichado). Bueno, eso si tenés suerte; no como yo, que el flaco, ni cargo. Ah pero que le saqué una sonrisa, le saqué, eh! Le saqué! Menos mal que me bajé en seguida! Que verguenzón! Bue! Listo, chau pibe, chau compañeros viajeros de subte (que todavía se deben estar riendo; yo por las dudas no miro para evitarme más enrojecimiento), y como dicen los genios de Les Luthiers: “y siiiigue siguiendoooo!” Hay que subir las escaleras para salir al aire libre. Entonces, miro la hora a ver si tengo unos minutos antes de la hora de entrada (porque ficho, no? Ta claro) y veo si puedo dejar pasar primero el malón que bajó del tren; que suban solitos, pisándose entre ellos; yo voy después, tranqui, a mi ritmo. Pero seguro que estoy con los minutos hiper contados y me tengo que meter en medio de la gente que todavía, acostumbrados al amontonamiento del subte, se te pegan, no te dejan un centímetro, te van pisando, literalmente, los talones y te siguen empujando con las bolsas! Y están los desesperados que no terminaron de bajarse del tren y ya tienen el cigarro en la mano! Les cuesta! les cuesta dejar el espacio una vez que ya pasaste por esos 20 minutinos. Viste?, como Chaplin muestra en “tiempos modernos”, todos apilados unos bien cerca del otro, mirando al piso…Bue,  Salgo a la luz natural, siento aire limpio (bue, comparado con el de abajo… vos también!! pensando en el smog, en los bocinazos, en la gente que corre;  están los que pasean, los jubilados que van con la sillita a esperar a la puerta que abra el super, los turistas con insomnio, los que andan con toda la pachorra encima, y te obstaculizan el camino, a vos, que estas apurada. Y toda así llego al laburo. Acalorada y despeinada y más. Toda así, caminando como puedo, porque todavía tengo la pata acalambrada y el cuello torcido. Cómo no me van a cargar mis compañeros! Después de toooodo el trabajo que hice, necesito un buen “breik”: latte con brownies! Mmmm! Jeje. Igual, las ganas!!! Pero esta bueno imaginarse ese ricor! browniiissss

domingo, 18 de agosto de 2013

Juguemos


          Dulce corazón, estas pacíficamente metido en tus sueños de maravillas donde la imaginación da rienda suelta  a una forma de vida sin limites.

          Dulce corazón es de día, abrí tus ojitos jóvenes y tiernos y veni a jugar. Te acaricio esa cabecita de sueños y te susurro canciones de alegría. Deja esas maravillas por un rato y vamos a jugar. Afuera nos espera el sol.

          Dulce corazón, sonríe. Toma mi mano y vamos a jugar. Corramos, saltemos bailemos cantemos y no paremos de reír.

          Dulce corazón. Construyamos montañas de caramelos, volcanes de chocolate y nademos en vainillas por los mares de jugos de  colores para llegar al castillo de galletitas y sentarnos en las escaleras de alfajores para tomar un helado.

          Bajemos rápido por el tobogán para llegar, de una carrera, a las hamacas que nos esperan para volar. Vayamos por los pasamanos hacia la calesita y giremos y giremos junto a los caballitos, autos y sortijas hasta que nos mareemos de reír.

          Dulce corazón, subite a mi espalda que te llevo, de una corrida, a la tienda de disfraces y elijamos ser lo que queramos, como queramos.

          Dulce corazón, si, reí, reí con esa dulce vocecita que me llena de ternura y me colma el corazón. Reí que me haces reír. Me rio a carcajadas de tus risas y vos te reis con las mías.

Explotamos de alegría.

          Dulce corazón, que gran día de juegos. Cuantos abrazos, cuantas risas, cuantos momentos para recordar que alimentan y fortalecen nuestro corazón.

          Dulce corazón, leamos un cuento. Un cuento tan perfecto como nuestro día. Y despacito, con una sonrisa, conectate nuevamente a ese mundo interior y vuelve a soñar con la misma magia de siempre, que mañana volveremos a vernos y jugar otra vez.

sábado, 17 de agosto de 2013

Lacrima


                    Y una lágrima calló. Y sopló, sopló tanto que llegó al mar. Ese mar cálido, lleno de gotas de agua salada. Y la dulce lágrima naufragó allí, rodeada de aquellas gotas que la invitaban a pasear en la ciudad de sal. Recorrió ese mar punta a punta, observó animales emocionantes, arrecifes coloridos, contempló los atardeceres más bellos, escuchó los sonidos más apacibles que haya escuchado. Lagrima viajera. Escaló las olas más altas y buceó por las profundidades más silenciosas. Y en cada lugar, fue depositando un poquito de su ser, convidando al mar, sentimiento, y dejándose llenar de sal, de mar. Y en un mágico atardecer, la lágrima salada calló rendida dejándose ser, transformándose en gota de mar. Y al día siguiente, con los rayos del sol, se atrevió a subir por el sendero marcado de la brisa que acuna. Su cuerpo mutó a un cristal celestial llegando donde descansaban sus nuevas compañeras de viaje. Desde allí oteó aquella inmensidad bajo suyo, para luego caer en forma de lluvia, desembocando en el río de la montaña más hermosa que haya visto. Su cuerpo esta vez se convirtió en agua dulce, fresca. Junto con las demás gotas, corría por aquella montaña, hasta que unas manos conocidas la tomaron de sorpresa. Vio con alegría acercarse una sonrisa. Entró en aquella boca con ganas de beber y la complació con su frescura. Y entró a ese cuerpo conocido. Ese lugar por la cual pasó a esa última vez que se vieron, cuando calló de esos ojos tristes que ahora estaban radiantes.

viernes, 16 de agosto de 2013

Rumbo al Océano


                   Rumbo al océano. Me adentro a la mar junto a los peces que nadan hacia adentro. Más y más adentro del mar. Recorren seguros su camino. Y me mimetizo con ellos. Me convierto en pez. Me metamorfoseo en animal. Surgen aletas, cavidades respiratorias, ojos saltones, escamas. Siento mi cuerpo cambiar. Respiro en el mar, respiro mar. Y me sumerjo.

                    Gran mundo acuático, lleno de vida, vidas raras, ajenas, desconocidas y bellos tonos, bellas imágenes. Mar. Mi cuerpo nada ágilmente, deja sentir el agua sobre su piel. Recorremos. Aguas cálidas y sabrosas. Tan gentiles y delicadas gotas saladas. Y vuelvo a la superficie, salgo, de un gran salto, y sigo navegando en el aire, perdiéndome entre las nubes. Esas nubes con gusto a mucho, con sabor a todo. Y me cantan. Y me encanta. Vuelo con las águilas desenfrenadas. Soy un pez entre ellas. Volamos. Abajo, a lo lejos, apenas un puntito, estoy yo. Recostada en la reposera bajo el sol. A punto de caer, un libro en la mano. Me lanzo hacia mí. Caigo en maravillosa picada. Me acerco más y más a mí. Impacto directamente en mi frente. El libro cae. Sobresalto. Abro los ojos. Me despierto.    

lunes, 12 de agosto de 2013

Cuerpos de nadie


               Noche apacible, hermosa mañana. Día primaveral, la leve brisa roza sus cabellos. El tímido sol entibia la dulce y suave piel. En pocos segundos, el aire se vuelve denso, la luz se transforma, la gente se amontona, espera. Uno abajo espera. El calor ya se siente. Comienza a escucharse el ensordecedor ruido de lo temido. Se acerca, todos nos abalanzamos a esperarlo, expectantes, solicitantes. Ya está aquí con nosotros. Avanzamos o tratamos de avanzar. El mundo cambia. Ya no somos nadie. Somos masa. Cuerpos de nadie. Comienza el proceso y la transformación se hace notar. Manos, brazos y codos. Perros, vacas, sardinas. Cada parada, más. Más masa, más nada.

                 Surge una playa, una hamaca y el ruido del mar. El paraíso, el lugar soñado, el punto de relajación. Ella lee un libro, sus ojos, centellantes, se iluminan de placer. Perfecta, como sedada, se reclina sobre la hamaca y contempla el bello atardecer, siente esa energía vibrante, llena de poder. Camina sobre la arena, siente el blando y cálido cosquilleo en sus pies. Se le ocurre compañía. Aparece Chester, un labrador incondicional. Corren, juegan, ladran, ríen. Él los observa. Solos, en la inmensidad del mar, de la playa, del atardecer. Ella se encuentra frente al mar, mirando fijamente hacia el horizonte, quieta, oye el sonido de las olas, las gaviotas, los ladridos de Chester a lo lejos. Huele el mar, siente la fresca arena colándose por sus dedos y sus pies. Tirita, el solo hecho de pertenecer un segundo a aquel inolvidable y maravilloso lugar la estremece de placer. Todo por un instante es perfecto. Sus ojos, húmedos y resplandecientes, brillan, su boca, relajada.

                 Siente una molestia en el cuello, mira, ve, enfrenta lo inevitable, la realidad, la tosca y negada realidad. Se reincorpora. Lanza una mirada maltratadota. Cuerpos de nadie. Los ve, los diminuye, los apabulla, los detesta, los imagina. Este brazo gordo, esta panza flaca, este cuerpo tosco, alto, bajo, inquieto, cuerpos bruscos, incómodos, sueltos. Y más, personalidades varias, quejas, gritos, risas, ruido, besos, miradas, olores, fantasías rotas, sueños, y más, y más.

                  Justo a la derecha, un reflejo devuelve una imagen. Esos ojos, ese cuerpo, esa mirada. Son conocidos, o eran conocidos. Se mira se busca, se pregunta, se asombra. Qué es lo que quedó del él. Acaso esta masa de la cual forma parte es la responsable de sus duras pupilas? Acaso esta masa, imposible de sortear, es la culpable de sus canas? Acaso esta masa de la cual juró no pertenecer jamás es la causante de su accionar?

                 Esas sensaciones, esos contactos, esa actividad, se han convertido en su guía. Mira, observa, calla, siente. Vuelve con ella, vuelve al mar. Cuesta, pero la ve, la siente, siente su placer, la sueña. Una lágrima recorre su mejilla y desemboca en la comisura de su boca, la recoge con la lengua, siente el sabor a derrota y triunfo. Ella es su vida, la masa su suerte. Todo cambiará, todo cambia.

                 Sonríe, ha pasado una vida. Sale, camina, sube. Dia primaveral. Su cuerpo anda, recibe los cálidos rayos del sol, la brisa roza sus cabellos. Todo cambió. Día alegre. 

viernes, 9 de agosto de 2013

Cuore



                    Palpita aquí tu corazón. En mí. Y distribuyes mi tinta por los caminos de mi cuerpo. Te sobresaltas y doy un salto. Siento esa agitación, tu agitación que me hace sudar la gota viva. Y vivo. Vivo de tu motor, de tu energía. Y tú vives en mí, por mí, conmigo. Somos uno. Vemos aquellos árboles danzar tiernamente al compás del viento mecedor con las calidas brisas de tierra pasearse por el aire, como si fueran gotas de roció, mientras que vemos esos árboles agitarse por el sopor del viento arrasador, que mueve violentamente todo a su paso, como la tierra que se mete por nuestros poros. Y corremos tomados de la mano mientras mis pies sienten el peso del cuerpo rebotar sobre la acera y tú sientes el galope con fuerza y rapidez. Sentimos la digestión con pesadez, sentimos el sueño con apacibilidad. Somos eso, los dos. Porque compartimos la experiencia, y latimos juntos. Uno sin el otro no podría ser. Somos uno, nos ayudamos, nos empujamos a la vida. Caminamos, trotamos, corremos, sentimos. Aire, viento y ráfaga. Al son del tambor que produce el corazón, sentimos. Tú tocas esa melodía y yo danzo al compás. Suena, suena ese corazón en mí. Ese corazón tuyo, ese corazón mío…ese corazón nuestro. Mi vida es tu vida, y tu vida es mi vida. Porque sin tu vida mi vida no sería vida. Y tu vida vive en mí. Vivimos a la par.

martes, 6 de agosto de 2013

Haz de luz



                    La oscuridad envuelve el lugar. Silencio. Frió y quietud. Lentamente comienza a asomarse una tímida luz. Y por fin se la puede vislumbrar. Está parada en el medio del lugar, mirando hacia el piso, con una mirada interrogante, sombría. Quieta, silenciosa. Expresión vacía. Está descalza, de negro, con ropa ligera. Uno la ve y se pregunta qué es lo que piensa. No hay nada a su alrededor, sólo ella. Su cuerpo está tenso. Mira sin observar, meditabunda.

                    De un momento a otro, como percibiendo algo, con total lentitud y sin interés, llega con su mirada a la izquierda del lugar, arriba. Allí parece encontrar algo. Lo mira. Pero no hay nada. Es imperceptible, solo ella lo ve. Sus pies y su cuerpo, levemente se inclinan hacia “ello” hasta el punto de parecer caer. Esta sumergida en eso que mira, no pestañea, sus ojos se vuelven grandes y redondos, parece que van a salir expedidos hacia aquello. Centellean. De repente se ve atrapada por aquello. Con delicadeza estira su brazo y su dedo índice derecho y pretende llegar a aquello que mira. Y Lo alcanza; lo agarra con su dedo y lo atrae para sí. Nada sigue sin verse. Pero ella tiene “eso” en su dedo. Lo observa y lo analiza. No es realmente nada. Con un movimiento seco, lo saca de su dedo y lo deja frente a su pecho, “eso” queda flotando. Lo rodea con sus manos y de acuerdo al movimiento que realiza con ellas parece ir lentamente creciendo. Sigue sin verse nada pero ella lo ve, lo siente. Cada vez mas esta concentrada en ello, su expresión va cambiando, intriga. Todo comienza a cambiar, se siente raro. Asombro. “Aquello” alcanza el tamaño de un melón. Incertidumbre. Concentrada, ella parece moldearlo, armarlo, agrandarlo. Enojo. Crece, crece. Qué es lo que ve? Qué es lo que crece? Sus manos ya no bastan para sostener aquello, lo rodea con sus brazos. Tristeza. Ella se ve diferente, está distinta, todo está distinto. Resignación, comprensión. El lugar comienza a ser mas visible, su ropa esta más clara. Alegría. Aquello sigue creciendo, ya comienza a sentirse. Pasión. Está fresco, se oye a lo lejos, un piano. Ella cambia, se transforma, se agita. Aquello ha crecido tanto que ocupa la mitad del lugar. Sus brazos deben estar estirados, cada uno a su lado, para sostenerlo, retener aquello que está. Amor.

                      Sigue creciendo. Su ropa es gris, el piano se oye más y más cerca. Alegría, Pasión. Sus brazos continúan girando hacia atrás para abarcar todo aquello que crece. Es enorme y parece no cesar de crecer. La luz es más potente. Alegría, pasión amor. Ella resopla, respira incesantemente, gime. Pasión, adrenalina. La luz quema. Ardor. Ella Parece sentirse completa, parece a punto de estallar.  Crece, crece sus brazos se unen atrás del cuerpo. Intriga, asombro, incertidumbre, enojo, tristeza, resignación, comprensión, alegría pasión, amor; todo. El lugar se hace insoportable.

Grito. Luz. Blanco. Piano.

La luz envuelve el lugar. El piano suena gentilmente. El ambiente se vuelve agradable. Armonía. Lentamente comienza a cesar la potencia de la luz. Y por fin se la puede vislumbrar. Está parada en el medio del lugar, mirando hacia el frente, con una mirada calma, sonríe. Acompaña las melodías del piano con un leve y agradable movimiento. Serena dice:

                    “En medio de la oscuridad no era capaz de ver la luz plena que me rodeaba. Prefería guardarme con mi penumbra. Pero ahí a lo lejos te vi Luz, y te aprendí. Y te prendí. Ahora lo veo, eres parte de mí.”

                    Rápidamente, todo pareció rebobinarse. Sus brazos detrás de su cuerpo, a los costados al frente, sus manos rodeando aquello, su brazo y dedo índice derecho estirado hacia el lado izquierdo del lugar. Ella. Ella de frente, erguida, relajada, de blanco y sonriente.

Abby


                  Abby despierta, se incorpora en la cama y piensa. Mientras sale del ensueño encuentra un punto bien definido en la pared. Lo mira, lo estudia. Ese punto, casi imperceptible, singular y solitario en medio de toda esa blancura le genera inquietud. ¿Qué es, quién es, qué hace allí?

                  Abby estira el brazo hacia aquel punto, y de pronto este se encuentra en la punta de su dedo índice. Lo trae para si, lo siente pesado, es mas negro y mas conciso que cuando estaba en la pared. Con un toque suave de sus manos, lo aumenta al tamaño de un arroz. Juega con él, recorre todo su cuerpo con aquel punto negro de la pared. Por momentos lo siente frio y por momentos caliente. Lo lame, es delicioso. Lo aprieta, es fuerte.

                  Ella se siente tan bien, tan a gusto con su punto negro de la pared que desea llevárselo. Se lo roba a la pared. Lo aumenta nuevamente al tamaño de un garbanzo, lo divide en tres y los distribuye en su cuerpo. A uno lo coloca en su abdomen. A otro lo deposita de un manotazo en su espalda, queda plasmado en el omoplato izquierdo. Y al tercero se lo cuelga en la cara, al lado del ojo derecho.  Punto negro de la pared dividido en tres: puntos de su cuerpo.

                  Se mira en el espejo, ve y siente arder esos puntos en su cuerpo, vibra su cuerpo, esa nueva imagen, esos tres puntos negros de la pared resplandecen todo en ella. Se idiotiza mirándolos, los palpa, los rasca, los acaricia. Esos puntos de la pared están en ella. Son parte de ella.

                  Llega él y la acaricia. Ella lo mira demandante y luego mira sus puntos, sus hermosos puntos de la pared aumentados y distribuidos en su cuerpo. Ella lo mira, él la mira. Ella lanza una mirada interrogadora pero él no comprende. Ella se enoja. Como es posible que no vea sus puntos! Él la mira dubitativo, le pregunta con la mirada qué es lo que tiene que hacer. Ella calla con la mirada, se vuelve al espejo y mira sus puntos. Él la mira por el espejo. Sus miradas se encuentran en el espejo. Ella no parpadea, lo mira fijamente, autoritaria. Él la mira con cariño e incomprensión. Él la trae para sí y susurrándole dulcemente al oído le dice: lo noté. Ella cae en sus brazos satisfecha. Y al instante lo mira otra vez cómplice. Ella entiende que él no entendió. Y vuelve a mirar sus puntos atónita. Él no entiende. Ella entiende. Se miran. Ella sonríe. Él sonríe. Pero ella siente vibrar sus puntos de la pared en su cuerpo. Los puntos la estremecen, pican, arden. Sus puntos de la pared queman. Se viste y sale.

                    Camina con prisa sin destino. Arden. Mira, mira para todos lados como buscando algo. No se detiene, busca. Camina con sus puntos de la pared ardiendo en su cuerpo. Sigue la marcha. De repente, pega la vuelta y retorna a él. Entra en la casa. Da un portazo. Lo mira. Él se levanta de la silla, la ve. Ella se quita la ropa y expone sus puntos de la pared, él los ve, camina con paso firme hacia ella la toma de la cintura y le besa apasionadamente los tres puntos de la pared distribuidos en su cuerpo. Él entiende. Ella entiende. Sucumben de placer.

sábado, 3 de agosto de 2013

Vela de agua




A veces solemos ver las cosas distintas, diferentes a como realmente son.
y prendemos agua aquello que necesita fuego. y viceversa.
Prendemos la mecha con tanta intensidad que acabamos ahogándola.
Y es así como nos prendemos fuego. Y viceversa.
Podemos demostrar que una vela prendida fuego no es más
que una vela prendida agua.
Porque es un instrumento, una ayuda.
Nos saca la sed, nos alumbra el camino.
Arde de pasión y alivia el cuerpo. Fuego y agua.
Una vela prendida...fuegoagua.
Una vela prendida agua

viernes, 2 de agosto de 2013

Masa invasiva


              Masa invasiva, masa fuerte, masa con hedor y dolor. Masa intrusa; masa que amasa, que amolda. Masa que se mezcla con tu dulce perfume, que transpira el poderoso jugo de la pasión. Masa. Masa que dobla, masa vertical, horizontal. Masa invasiva. Masa que no ayuda y que ayuda a la vez, masa que me mete entre los poros de tu cuerpo, que me acaricia con tu suave sonrisa, tus fuertes brazos. Quema, arde, aprieta, empuja, ocupa, masa invasiva. Masa que obliga y no.                   

             Tus brazos. Masa que me trae tus grandes y sentidos abrazos; Masa agridulce, masa que me delata, que me entrena, tus ojos. Me derriten. Tus grandes y oscuros ojos hacen confundirme entre los mundos y lloro. Lloro de emoción, de amor, de pasión, de ternura, de locura. Te siento.  Sentimos y compartimos dentro de esta masa descompuesta la magia la alegría y satisfacción de nuestros cuerpos, nuestras miradas, nuestras sonrisas y risas. Caricias, abrazos besos, fusión desenfrenada, fusión acomodada. Masa invasiva, dejas mi cuerpo cansado, con tantas caricias que marcas en mi cuerpo. Me rozas con tu agudeza, me agarras con efusión, me aprietas. Masa invasiva que hace  mi cuerpo tuyo. Arde, arde en mi todo en este momento.

Él y el mar


                    Y se oyen las olas romper contra las rocas. Las gaviotas vuelan. El viento sopla ráfagas saladas. En lo alto, en la cumbre, se lo ve a él. Sus gafas, su típica campera, bermudas y zapatillas. Está sentado en las rocas contemplando el mar. Piensa. Aquel no es el mar que solía conocer. Está más rudo, más crudo, más atrevido. Aquel mar ruge, impone, exige; no pide. Aquel mar lleva y trae en sus olas muchos recuerdos, sus recuerdos…y su presente. Aquel mar no espera, opera. Saca de él los sentimientos más arraigados en su ser. Los trasluce, los desnuda, los aja, los deja al rojo vivo. Se sienten. Aquel mar grita, ensordece, aclara, reclama, dispone y reina.

                    Y él entiende. Y escucha. Ve y se deja ver, deja que ese bravo mar saque de sí sus más recónditos atardeceres. Todo. Aquel mar trae, en sus olas, lo bueno, exitoso y fantástico de su vida y aquel mar trae, en sus olas, lo malo, el fracaso, lo hiriente de su vida. Trae todo aquello y se lo lleva vuelta al mar. Lo trae y lo lleva. Lo busca, lo encuentra lo acerca y lo devuelve. Aquel mar muestra, demuestra. Expone. Aquel mar aclara sus pensamientos, sus sentimientos, los arma, los desarma y los vuelve al mar. Viene y se va. Aquel mar. Y él lo ve. Aquel nuevo mar furioso y deseoso lo levanta. Se levanta. Se mantiene en pie, vista fija al mar, aquí cerca, donde rompen las olas en sus rocas. Y el viento comienza a silbar. Y silba cada vez más intenso y más, más intenso. Él está firme oteando el horizonte frente al mar. No se deja arrastrar por aquel viento silbador. Y se contagia de mar. Y de viento. Se adueña de sus purezas, de sus firmezas. Se siente poderoso, se energiza. Sinergiza con el mar. Sonríe. Ha descubierto su verdad. Aquel hombre pensativo se mimetiza con aquel mar. Ruge con aquel mar. Y ese hombre se pone a andar. Sale a la conquista con seguridad, cargado de mar y viento. Va…él y el mar.

Camino II


                      Desde la copa del árbol te vi. Venias a paso firme, pero con mirada indecisa. “Vamos” decía para mis adentros. “vamos que llegas, llegaras a mi”  

                      Desde la copa del árbol, antes de envolverme en la dulce manta, te vi. Venias con paso tranquilo. Ya estabas en el árbol, llegando a mí.

                      Desde la copa del árbol te sentí. Tambaleabas. Desde dentro de mi manta te percibía dubitativa. Vamos! Pensaba, qué esperas falta poco.

                      Desde la copa del árbol te vi. Estabas acá, cerca mío. Confundida. Pero aquí al fin. Decidida a lograrlo todo.

                      Desde la copa del árbol te vi, y te esperé. Vamos, te decía, vamos que el temblor ya casi se termina.

                      Desde la copa del árbol te vi. Estabas feliz y junto a mí. Vamos Cocó, volemos. Volemos alto que no tenemos fronteras, que hoy todo puede ser.

Camino


                     Había una vez una oruga llamada Cocó que siempre, siempre jugaba con sus amiguitas. A donde ellas iban, iba Cocó. Cocó era feliz, reía, bailaba, se enroscaba, cantaba. Su cuerpito verde y alargado se movía de acá para allá cuando le tocaba hacer alguna hazaña en algún juego.

                     Un día todo cambió de repente. Se sintió extraña, algo pasaba, no sabía muy bien qué, pero ella confió en su instinto y se largó a la conquista! Se dejó llevar por ese cuerpo que parecía raro, se sentía raro. Adónde iría? Su cuerpo se arrastraba por la tierra con gran agilidad.

                     Luego de caminar un trecho, Cocó llega a un enorme árbol y se detiene. Lo contempla. Es grande y macizo. Arriba en él, Cocó ve a sus amigas, se pone contenta y comienza a subir. Al principio fue fácil pero a medida que llegaba más alto, costaba más y más. Cocó entonces comenzó a cansarse y a desganarse. Pensaba en lo lejos que veía a sus amigas y en todo lo que le faltaba subir. Poco a poco dejó de escalar y en un instante se vio paralizada en medio de aquel gran árbol. Cocó no paraba de temblar! Sentía que no podía avanzar pero sin embargo, algo le decía que debía hacerlo. Su cuerpo estaba caliente, inmutable, queriendo avanzar, luchando contra las órdenes de Cocó de quedarse quieto. Algo grande pasaba, era raro ya que nunca le había pasado antes. Cocó se resistía, sentía miedo, le costaba seguir. Qué pasaría si seguía? En su interior sabía que todo iba a estar bien pero no podía hacer otra cosa que quedarse inerte en ese lugar.

                     Tomá coraje y subí, que lo que vas a encontrar es hermoso!”  escuchó de repente Cocó quién miró para todos lados en busca de esa voz. “quién dijo eso?” Preguntó Cocó un poco consternada. “Soy yo! Acá arriba” dijo la voz dulcemente. Cocó miró a lo alto y vio una flamante mariposa. “Oh! Qué bella sos!” Dijo Cocó con entusiasmo. “Tu también podes serlo si queres!  Debés seguir tu camino. Es difícil y cuesta, pero cuando lo lográs, será lo mejor, ánimo! Ya falta ménos!” y diciendo esto, la mariposa desplegó sus hermosas alas y se alejó volando de allí. Entonces Cocó se armó de valor, hizo un esfuerzo y siguió su marcha. Avanzó un trecho más y se colgó de una de las ramas del árbol. Allí comenzó a tejer a su alrededor una manta suave y dulce. Cocó trataba de no pensar y sólo hacer. El proceso fue largo pero logró terminarlo. Entonces Cocó se vio envuelta en un capullito construido por ella, colgado en un árbol. Estaba oscuro y silencioso adentro. Sentía cosquillas por todo su cuerpo. Quietita, pensaba en lo que pasaría. Qué ganas tenía de verse como aquella mariposa! Cada vez se ponía más ansiosa. Estaba contenta, quería salir ya de allí y de tanto en tanto sentía que estaba a punto de salir. Pero no, falsa alarma, aún faltaba. Tenía una sensación de liberación cada vez más intensa, hasta que, de repente, su capullo empezó a abrirse.

                        Fuerza Cocó!” escuchaba la oruga dentro del capullo. “Fuerza!”  Cocó luchaba por soltarse. Empujaba. Cada vez había más luz. Con gran ahínco Cocó rindió sus últimos esfuerzos y vio, a sus costados, desplegarse dos hermosas alas, llenas de colores que, vigorosamente, se comenzaron a batir. Estaba volando! La pequeñita oruga era ahora una flamante mariposa! Qué alegría! Allí estaban sus amigas, convertidas también en mariposas! Revoloteando por doquier! Cocó alcanzó a sus amigas y todas siguieron volando y jugando todo el día.