La oscuridad envuelve el
lugar. Silencio. Frió y quietud. Lentamente comienza a asomarse una tímida luz.
Y por fin se la puede vislumbrar. Está parada en el medio del lugar, mirando
hacia el piso, con una mirada interrogante, sombría. Quieta, silenciosa. Expresión
vacía. Está descalza, de negro, con ropa ligera. Uno la ve y se pregunta qué es
lo que piensa. No hay nada a su alrededor, sólo ella. Su cuerpo está tenso.
Mira sin observar, meditabunda.
De un momento a otro, como percibiendo
algo, con total lentitud y sin interés, llega con su mirada a la izquierda del
lugar, arriba. Allí parece encontrar algo. Lo mira. Pero no hay nada. Es
imperceptible, solo ella lo ve. Sus pies y su cuerpo, levemente se inclinan hacia
“ello” hasta el punto de parecer caer. Esta sumergida en eso que mira, no
pestañea, sus ojos se vuelven grandes y redondos, parece que van a salir
expedidos hacia aquello. Centellean. De repente se ve atrapada por aquello. Con
delicadeza estira su brazo y su dedo índice derecho y pretende llegar a aquello
que mira. Y Lo alcanza; lo agarra con su dedo y lo atrae para sí. Nada sigue
sin verse. Pero ella tiene “eso” en su dedo. Lo observa y lo analiza. No es
realmente nada. Con un movimiento seco, lo saca de su dedo y lo deja frente a su
pecho, “eso” queda flotando. Lo rodea con sus manos y de acuerdo al movimiento
que realiza con ellas parece ir lentamente creciendo. Sigue sin verse nada pero
ella lo ve, lo siente. Cada vez mas esta concentrada en ello, su expresión va
cambiando, intriga. Todo comienza a cambiar, se siente raro. Asombro. “Aquello”
alcanza el tamaño de un melón. Incertidumbre. Concentrada, ella parece
moldearlo, armarlo, agrandarlo. Enojo. Crece, crece. Qué es lo que ve? Qué es
lo que crece? Sus manos ya no bastan para sostener aquello, lo rodea con sus
brazos. Tristeza. Ella se ve diferente, está distinta, todo está distinto. Resignación,
comprensión. El lugar comienza a ser mas visible, su ropa esta más clara.
Alegría. Aquello sigue creciendo, ya comienza a sentirse. Pasión. Está fresco,
se oye a lo lejos, un piano. Ella cambia, se transforma, se agita. Aquello ha
crecido tanto que ocupa la mitad del lugar. Sus brazos deben estar estirados,
cada uno a su lado, para sostenerlo, retener aquello que está. Amor.
Sigue creciendo. Su ropa
es gris, el piano se oye más y más cerca. Alegría, Pasión. Sus brazos continúan
girando hacia atrás para abarcar todo aquello que crece. Es enorme y parece no
cesar de crecer. La luz es más potente. Alegría, pasión amor. Ella resopla,
respira incesantemente, gime. Pasión, adrenalina. La luz quema. Ardor. Ella
Parece sentirse completa, parece a punto de estallar. Crece, crece sus brazos se unen atrás del
cuerpo. Intriga, asombro, incertidumbre, enojo, tristeza, resignación,
comprensión, alegría pasión, amor; todo. El lugar se hace insoportable.
Grito.
Luz. Blanco. Piano.
La
luz envuelve el lugar. El piano suena gentilmente. El ambiente se vuelve
agradable. Armonía. Lentamente comienza a cesar la potencia de la luz. Y por
fin se la puede vislumbrar. Está parada en el medio del lugar, mirando hacia el
frente, con una mirada calma, sonríe. Acompaña las melodías del piano con un
leve y agradable movimiento. Serena dice:
“En medio de la oscuridad no era capaz
de ver la luz plena que me rodeaba. Prefería guardarme con mi penumbra. Pero
ahí a lo lejos te vi Luz, y te aprendí. Y te prendí. Ahora lo veo, eres parte
de mí.”
Rápidamente, todo pareció
rebobinarse. Sus brazos detrás de su cuerpo, a los costados al frente, sus
manos rodeando aquello, su brazo y dedo índice derecho estirado hacia el lado
izquierdo del lugar. Ella. Ella de frente, erguida, relajada, de blanco y
sonriente.
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