Dulce corazón, estas pacíficamente
metido en tus sueños de maravillas donde la imaginación da rienda suelta a una forma de vida sin limites.
Dulce corazón es de día, abrí tus
ojitos jóvenes y tiernos y veni a jugar. Te acaricio esa cabecita de sueños y
te susurro canciones de alegría. Deja esas maravillas por un rato y vamos a
jugar. Afuera nos espera el sol.
Dulce corazón, sonríe. Toma mi mano y
vamos a jugar. Corramos, saltemos bailemos cantemos y no paremos de reír.
Dulce corazón. Construyamos montañas de
caramelos, volcanes de chocolate y nademos en vainillas por los mares de jugos
de colores para llegar al castillo de
galletitas y sentarnos en las escaleras de alfajores para tomar un helado.
Bajemos rápido por el tobogán para
llegar, de una carrera, a las hamacas que nos esperan para volar. Vayamos por
los pasamanos hacia la calesita y giremos y giremos junto a los caballitos,
autos y sortijas hasta que nos mareemos de reír.
Dulce corazón, subite a mi espalda
que te llevo, de una corrida, a la tienda de disfraces y elijamos ser lo que
queramos, como queramos.
Dulce corazón, si, reí, reí con esa
dulce vocecita que me llena de ternura y me colma el corazón. Reí que me haces
reír. Me rio a carcajadas de tus risas y vos te reis con las mías.
Explotamos de alegría.
Dulce corazón, que gran día de
juegos. Cuantos abrazos, cuantas risas, cuantos momentos para recordar que
alimentan y fortalecen nuestro corazón.
Dulce corazón, leamos un cuento. Un
cuento tan perfecto como nuestro día. Y despacito, con una sonrisa, conectate nuevamente
a ese mundo interior y vuelve a soñar con la misma magia de siempre, que mañana
volveremos a vernos y jugar otra vez.
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