Cartola estaba en la cocina
hablando sola. O eso se veía desde la pantalla. Le estaba enseñando a Miltolda
como debía ser una cocina. Al momento que Cartola mencionaba algo (a veces
tenía que señalar) esto salía volando hacia el lugar correcto. Muchas veces
Cartola tenía que esquivarlas, saltando o agachándose, lo cual generaba una
gran risa de Miltolda.
Cartola: “si, vos, te reís
pero yo acá con este baile ¡no doy más!”
Miltolda se reía más y más.
Y así sucedió todo hasta que
la cocina resplandecía. Todo estaba en su lugar. Cartola pudo sentarse en una
silla a descansar. “¿Qué hacer?” preguntó Miltolda intrigada. “Me hiciste mover
mucho, estoy descansando” contestó Cartola. “¿¡Eeeeh!?” Dijo la extraterrestre.
Cartola: “Cuando nos movemos
mucho, el cuerpo se cansa. Tenemos que parar a descansar. Dejarlo quieto”
Miltolda: “Mmmmm, si,
¡cansar!”
Cartola: “¿por qué no te
mostras?, no pareces mala, al contrario, me siento bien. Eso es raro. ¿Estoy
soñando?”
Miltolda largo una
carcajada. “no, no soñar. Esto real. Estamos estudiando terrícolas para
escuela”. ¿¡Malas!? No. No.
Cartola: “¿cuántas son?”
Miltolda: “somos dos,
Ivabrata y yo”
Cartola “Vos ¿cómo te llamas?”
“eeeh… Para ustedes
Miltolda. Lo que pasar es que nuestros nombres ser difíciles de entender para
ustedes terrícolas.” Dijo la extraterrestre.
Cartola: “¿Por qué? Decime.
Y ¿por qué te llamas Miltolda?”
Miltolda: “Cuando traer a
naves a primeros humanos ellos, cuando vernos dijeron esas palabras o nosotras
entender eso. Mi nombre es mmmmiiiiiiiiiiiieieiiieeiiiwwiiiiiyawiiiiipppaaappaaaggaaaiiiiiiillllllleeeeeeeeeemmmiiiiinnnnaaaiii.”
Este sonido era muy agudo y ensordecedor. A lo que Cartola tuvo que taparse lo
oídos. Y después dijo: ¡más que difícil es insoportable! bueno ¿Dónde están
Javen y Geatra?”
Miltolda: “Estar con
Ivabrata. Probablemente los está haciendo estudiar. (risas) Y ella los esta
estudiando con todos sus ojos puestos en ellos.
Cartola: “Geatra es una
perra. ¡Cómo va a estudiar!
Miltolda: “¡Eeeey! Pero si Ivabrata
seguro ¡la puso a leer! Ella puede hacer eso, eh.”
“No lo puedo creer” Decía
sorprendida Cartola. “Y yo ¿no puedo ir con ellos?”
Miltolda: “Si, si. Ahora ir.
Pero que queres ¿leer todoooodo el tiempo? o ¡¡¡¿jugar y divertitrrrtee?!!! Eso
hacer. Andar para la puerta.”
“¿Qué puerta?” preguntó
Cartola
Mistolda: “¿Mmmm? ¡La
puerta! Ustedes los terrícolas ¿no usar
esas cosas para pasar de un lugar a otro?”
Cartola: “Si, pero no veo
ninguna puerta.”
Y era cierto porque la
puerta era ¡toda una pared! Era tan grande que no se notaba que era una puerta.
Entonces Miltolda la encogió, pero se le fue la mano y la puerta quedó
chiquita. Entonces la agrando un poco más. Ahora estaba al tamaño de una puerta
para enanos. Cuando Cartola la abrió vio un túnel y un especie de tobogán.
“¡Miltolda! ¡Me vas a hacer bajar por tobogán! ¡Poneme una escalera eléctrica!”
Miltolda se mataba de risa: “No. Ser más divertido así”
“Entonces me quedo acá.”
Dijo Cartola decidida, pero algo la empujó hacia el tobogán e inevitablemente
tubo que tirarse por él. Cartola se deslizaba a toda prisa por el tubo tobogán.
En un momento el tubo se hizo de cristal y cartola pudo observar que estaba en
un lugar enorme donde todo era toboganes. “Más que tobogán ¡esto es una montaña
rusa! ¡Cuando termina! ¡Aaaaaaaahhhh!” Gritaba Cartola mientras subía por un
lado y caía por otro. Con una linda melodía resonaba las risas de Miltolda.
Varios minutos pasaron así y
cuando Cartola sentía que su estómago no daba más de la revuelta, desemboco en
un laboratorio, adentro de una caja extensa de cristal. Se levanto e intento
caminar pero estaba mareada y daba trompos. Así que mágicamente apareció una
silla y se sentó justo antes de caerse.
Miro hacia el frente y vio una forma grande que se movía de un lado hacia otro. En realidad veía dos
pelotas por lo mareada que estaba. Cuando se estableció. La vio. Era un rombo rosado
grande, que tenía cinco extensiones alrededor, dos de estas extremidades eran
bolas, las otras tres tenían como 30 o más… eran especies de fideos.
Al frente, en el medio del
rombo, tenía tres puntitos negros en forma horizontal y dos agujeros grandes
uno arriba y el otro abajo. Cartola se asustó un poco al verla.
“Noooo. Calmarte. Calmarte.
no hacer nada. Soy yo Miltolda. No pasa nada”
Cartola: ¡No te me acerques!
Miltolda: “Soy buena. Tal
vez no estar acostumbrada a mi forma. Porque soy mucho más grande que vos.
Puedo hacerme más chiquita.”
Cartola no decía nada.
Estaba entre asustada y asombrada.
¡Tiene que ser un sueño!
Despertate, despertate! Esto no lo dijo. Lo pensó. y Miltolda, contestó: “No es
un sueño. Pero tranquila que te voy a devolver a tu casa y nada de esto pasó. ¿Entender?”
Cartola: ¿No podes cambiarte
de forma? Me asusta así.
Mistolda: “Mmmmm, no! Dijo
picaronamente. Vamos a hacer algo mejor. ¡Te voy a cambiar a vos! Y de repente
su brazo izquierdo comenzó a crecer. Cartola abrió los ojos y la boca tanto
como pudo. Estaba perpleja. “¡Que me haces!” Miltolda se reía. ¡Estar jugando!
Y se iba de acá para allá rodando deteniéndose con las manos fideos.
Después le achicó la cabeza y
le alargo los dedos de los pies. Seguía riéndose. Cartola solo podía asombrarse
de lo que veía, ya que no podía emitir sonido alguno. ¡Le había sacado la voz!
Entonces las paredes de la cajita se convirtieron en espejos y Cartola pudo
verse toda deformada. ¡Estaba atónita!
Unos minutos después Miltolda
lanzó una tiara de aire sobre la caja de cristal y Cartola volvió a la
normalidad.
“¡Eso no se hace!” Dijo la
terrícola tratando de retar a la niña extraterrestre.
Miltolda: “¿mmmmm? Pero ¿si
eso es lo que vos querer que yo haga? Que me convierta en algo que no soy. Solo
para que vos me veas como vos quieras. A mí me parecer más divertida y linda
vos como estabas antes.” Y se rió.
Cartola pensó un momento.
Bueno. Tenes razón no pareces una mala marciana.
Miltolda largo la carcajada.
¡¿Marciana?! Yo no ser de Marte!!! No paraba de reírse. Ser de mucho muy más
lejos. De la galaxia Tritanias, del planeta Milevana. Allá, a vos te asustarías
muy muy mucho. Si conmigo, que soy linda y chiquita te asustar. Miltolda seguía
riéndose.
Cartola se sonrió: “Sos muy
risueña vos. Te parece gracioso. Que pasaría si yo jugara con vos así”.
“¡Dale, Juguemos!” Dijo
Miltolda divertida.
Por otra parte. Javen,
Ivabrata y Geatra estaban en el libro discutiendo sobre algunos temas de la tierra.
De los animales, y de los hombres y las plantas. Y la que mas hablaba por
supuesto era Ivabrata. Ni aunque los otros querían podían. Porque ella les
sacaba la voz. Y seguía hablando y hablando.
“¡Lean!” Decía, y
automáticamente estaban leyendo algún libro ¡sin siquiera querer! Pero ellos leían.
“Bueno. Ahora vamos a
conectarnos con la tiara así los juntar con Cartola y nos ponemos a estudiarlos
más a fondo. No nos quedar mucho tiempo. Vamos a ir a su laboratorio que es más
grande. Aunque el mío es mas ordenado y mas completo. Pero el de ella esta bien
para estudiarlos a ustedes, saben. No es mucha ciencia como tuvimos que hacer
con los melcmanos, y los friturosos. Esos eran más difíciles. Ustedes parecer más
fáciles. Aunque no entender muchas cosas de lo que hacen. Por ejemplo, tener
que ir hasta un lugar, agarrar un recipiente hondo, tener que estirar el brazo
agarrar una canilla, mover los dedos para abrirla, verter agua, mover otra vez
los dedos para cerrar la canilla y después llevarse el vaso de agua a la boca
para tomar..uuf, es un…como decir ustedes, mucho trabajo, aburrido, ¡un bajón!
Eso. Un bajón. Nosotros si tener sed pensar en agua y ya estar. Bueno, vos, Geatra,
lo único que haces es mover la lengua. Pero ¡también! ¡Cuánto trabajo!”
Los terrícolas la escuchaban
inmutables.
Javen: “bueno. Ya basta de leer
y escucharte hablar, Ivabrata. Vamos a la tiara.”
Ivabrata: “Si, ahí estamos”.
Entonces se escucho un acople y apareció una puertita. Mas bien un cuadrado,
obvio, echa de libros e Ivabrata los arrastró hacia ella. “¡¡¡Enigma!!!” Dijo
en un tono melódico.
“¿Qué es lo que es algo y a
la vez nada?”
Javen: “un sueño”
“¡Incorrecto!” Dijo Ivabrata.
“Después te voy a poner a leer un rato”.
Javen hizo un gesto de
desgano.
Geatra: “¡un pez!”
Ivabrata: “¡¡¡Si!!!!” La puerta
se abrió y apareció un tobogán de cristal.
“Los ver en un rato. Ahora
entrar al tobogán del nunca jamás”. Javen y Geatra comenzaron a rodar y
deslizarse por los toboganes. Iban de acá para allá, como antes había hecho Cartola.
Se cruzaban, se chocan iban juntos y volvían a separarse. Era una montaña rusa
que parecía no tener fin. Mientras tanto Miltolda los observaba en sus
pensamientos y aumentaba su tamaño y se achicaba a medida que la risa salía por
algún lado de su cuerpo.
Cartola preguntó qué es lo
que pasaba y una voz distinta le contestó: “se está riendo de Javen y Geatra
que están en los toboganes”. Cartola se dio vuelta y vio un largo cilindro
extenso, color azul, que estaba ¡lleno de ojos! Grandes y pequeños. Tenía
varios agujeros de diferentes formas, rectangulares, cuadrados y redondos.
Cartola trato de
tranquilizarse. “Vos sos ivab…ivab…eeeh…”
Ivabrata: “Si, soy Ivabrata.
¡Estar estudiándolos por la escuela! Como decir ustedes. Tranquilizar. Nosotras
no hacer daño. Ya te tuvo que haber contar o no te dijo nada? ¡Miltolda!
Miltolda estaba dele gritar
de la risa.
Ivabrata: “Te voy a mostrar
lo que estar pasando. Pero antes va una pregunta: “¿Qué será? ¿Qué es? mientras
más grande, menos se ve.”
Cartola respondió: “la
oscuridad”.
Ivabrata: “¡Muy bien!” La
pantalla se prendió y pudo ver como Javen y Geatra iban y venían en los
toboganes a toda prisa. Medio asustados y mareados. “¡Esta Miltolda que le
gustan los toboganes! Y contarme, seguro que se la pasaron jugando. Tenia que
estudiar la cocina. ¿Estudiaron? Nosotros leímos mucho y aprender de los
humanos y de los animales. ¿Qué hacer ustedes? ¿Querer leer? Ahora igual los
vamos a estudiar. Yo hablo mucho. No te preocupes todos me decir lo mismo. Ahí
vienen, venir para acá que te van a caer encima.” Apenas dijo eso Javen y Geatra
desembarcaron en la caja de cristal y Cartola fue movida, en un pestañar de
ojos, hacia la otra punta.
“Ayayy”. Javen se paró y empezó
a caminar todo desorientado. Tenía pajaritos en la cabeza, que se los había
puesto Miltolda, según había visto en dibujitos animados terrícolas. Y se reía
cada vez más fuerte. El perro estaba tirado boca arriba en el piso con la
lengua afuera. ¡Que mareados estaban! Pasados unos minutos se reincorporaron y
se encantaron con Cartola.
“Lindos los toboganes ¿no?”
Dijo Cartola no pudiéndose aguantar una risita.
¿Vos estuviste también? Dijo
Javen.
Cartola: “Si. Yo también la
pase. Y estuve bailando para no taparme de cosas que volaban por todos lados, así
que ¡debo haber adelgazado! Ah, y después me convirtió en un mounstro: Me
agrando el brazo, y los dedos de los pies se alargaron y la cabeza más chica.”
“Si” dijo Geatra “a mí me
hizo lo mismo. No sé quién es más peligrosa, si Ivabrata con sus discursos y
que te pone a leer, o Miltolda que se la pasa jugando a esos juegos raros.
Cartola quedo boquiabierta.
La perra hablaba. Se la quedo mirando. Entonces, Javen y Geatra se miraron y se
rieron. Y Javen dijo: “¿Qué pasa? ¿Notas algo extraño?”
Y los tres se rieron.
Ivabrata: “Bueno. Ahora los
vamos a estudiar”
Continuara...