Y
soltaste una carcajada y me reí.
Me
hiciste mirar esa mirada tuya que no había advertido,
caí.
Tímidamente
me acerqué a tus labios y descubrí más que risas,
caí
otra vez.
Me
envolviste con tu ser, tanto, tanto que no puedo evitar pensarlo aun a lo
lejos, aun de cerca.
Caí
para siempre en aquellos tiernos brazos tuyos. Rendida quedé,
a
tus pies.
Las
mariposas del estómago recorrieron el cuerpo haciendo realidad una hermosa fantasía:
Vos y yo.
Que
deleite el tenerte entre mi cuerpo!
Sentir
tu sonrisa, tu mirada, tu palabra, tus ganas, tu deseo; tu todo hacia mí.
Qué
deleite!
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