"Nada más
cierto en mí que ésta terca manía de volar"
Acción poética
NQN.
Volar
inconfundiblemente a lugares reconfortantes. Es esencial tener los sueños bien
presentes, quererlos, fomentarlos. Volar. Cuando despego nadie sabe cuándo
volveré. Sin siquiera saber que está despejado la pista, esta insistencia arremete
y actúa sin preámbulos. Y es posible que no vuelva enseguida puesto que el aire
me sienta bien. En un santiamén estoy a millones de años luz de aquí,
divirtiendo los oídos, esparciendo melodías de libertad a mí alrededor, que es
aquel que no tiene límites. Vagabundeo por el éter soltando el cuerpo e
impregnando de energía esta energía lumínica en que me he convertido. Una
especie de ráfaga fugaz, que pasa por el universo o los multi - versos como pez
en el agua. Es mi sitio. Es mi "tierra". Recorro y siento el aire
entre la energía que soy, pura y divina. Sin apretones y desligada de pies que
sientan la cabeza que no tengo. No reparo en nada. Solo voy, con todo el mundo.
Voy. Y no me importa nada. No me se ocurre acaso pensar en carteras, en
rosarios, en claveles, amapolas o chinos. El obsceno pensamiento que fluye por
entre mi fuerza es mayor que el que fue ayer. Esta locura que, salvaje, se
lanza a las lianas y disfruta del aporreo y la velocidad que alcanza.
Es inconfundible el
Ser. Preciso es que no se retenga, que no se adule, que no vaya directamente al
encuentro de aquel cuerpo placido, tirado en la vida, dispuesto a seguir con
las riendas hacia otros lugares terrestres. Es logrado vivir en lo alto, beber
de aquella agua quisquillosa que ayuda a volar, que vende extrañezas, que
permite construir, disfrazar, caminar y ver lo que no se puede ver. Me
nutro de soluciones y sonidos estrafalarios. De mugre limpia, de pulcritud
sucia, de oportunidades y de jolgorio.
Precioso es contagiar
de este aire. Que crea y cree en lo que realmente no está pasando. No pasa
nada, solo aire, solo imágenes, solo sentimientos, solo sensaciones, solo
motivaciones. No pasa nada. Mi cuerpo permanece inerte al inconfundible aroma a
amor. No se estremece. No resuena.
Vuelo, me encuentro con
Platón, y nos ponemos a dialogar. Saltan las imperfecciones de ese mundo que
esta por algún lado, con sus deficiencias materiales que se desprenden por esos
montículos de tierra, y que se arrastran ahí, en ese lugar. Se contrarrestan con
esta autonomía que abunda en esta energía. Sabemos de los que hablamos y cada
cual tiene su opinión pero nada se siente, nada puede sentirse allí, todo es
verso, versa con apaciguamiento en el aire, flotando, pero sin flotar ya que no
hay nada que pueda sostenerse del aire. Es aire. Clave para la clave que la melodía
necesita. Todo se asume, se apropia, nace.
Me acuerdo de ese
cuerpo que siente, que está sintiendo. La energía retorna y comienza a sentir
junto al cuerpo. Ambos se mueven, a veces al unísono, a veces no. A veces sale
la energía y vuelve otra vez. Se permite sentir y dejar de sentir para
disfrutar de ambas, en sus formas diferentes. Razona la cabeza, el cerebro, las
neuronas, las dendritas, el axón. Se desmenuza la vida en esta codificación de
ideas para reformular la vida y volver a salir, renovado y fortalecido. Surge
de la nada y por la nada misma. Se vuelve mortal pero muta nuevamente al Ello.
Existir.
Nada es más cierto en
mí que esta terca manía de volar