martes, 17 de mayo de 2016

Intuición



Época otoñal, matices y paisajes que envuelven la vida, las hojas adornan el suelo. Los árboles despejan sus ramas para dar paso a nuevos colores en ellos. Ella camina placidamente por el sendero del parque, inserta en ese ambiente delicado. Su boina a un costado, su bufanda blanca y su largo tapado relucen en ella. Esta contenta. Disfruta de aquel paseo diurno. Los rayos del sol iluminan su cara y provocan un brillo particular en sus ojos. Siente el frío en sus manos pero sus mejillas se sonrojan al contacto del sol. Él está al otro lado del parque, esperándola. Juega con una moneda entre sus dedos. Con los auriculares puestos escucha su música preferida.

Ese día parece haber más gente de la que suele haber, amigos, parejas, familias, mascotas. El parque esta lleno de alegría, de palabras, de risas. Ella camina. Va observando el paisaje a su alrededor, sonríe al ver a los niños jugar, disfruta de ver a los perros correr tras algún objeto arrojado por los aires. De repente, una ráfaga de viento levanta sus cabellos y cubre su rostro por completo. Al descubrirse, lo ve a él a lo lejos. Atina a sonreír, pero no lo hace. Sigue caminando. Lo mira fijamente. Esboza una nueva sonrisa pero sus labios tropiezan. Sin embargo no lo nota. Y en cada paso que anda, un parpadeo, un borrón, y un hilo de comprensión. Sus dedos comienzan a tocarse, rasgando sus cutículas. Sin advertir nada aún, su rostro agraciado se torna serio, medita cada cosa que ve. Apaga su marcha hasta quedar casi inmóvil allí, en el medio del camino a unos casi, exageradamente calculados, 100 pasos de él. 100.
Sus deseos se vuelven confusos, siente la necesidad de virar. Gira la cabeza. Ve un banco. Se sienta. Al lado suyo se encuentra un hombre leyendo un libro. Se queda mirándolo. Él está compenetrado en su lectura, pero la insistida mirada de ella hace dejar esas líneas. La mira. Ella le sonríe, él la mira un poco desorientado y le devuelve la sonrisa. Ella se incorpora hacia el sol y se queda allí, dejando que los tibios rayos acaricien su cuerpo. Cierra los ojos, toma  aire y exhala con suavidad. Él se la queda mirando. No sabe si hablarle. De pronto Ella se para y vuelve a su rumbo. 98..97..96..pasos hasta él.

Comienza a sentir frió. Unos árboles le han bloqueado el contacto con el sol. Lo mira a los 83 pasos de distancia. Quiere sonreír no puede. Lo siente. Se extraña. Piensa. No. No quiere pensar. Deja de pensar y sigue. 65…64…63. Mete sus manos en los bolsillos. Y se relame los labios. Los muerde. Esta inquieta, absorta. Sigue caminando hacía él. Él está ahí, sentado, esperándola, jugando con una moneda, casi de espaldas. No puede verla. Parece estar en su mundo bajo los efectos de la música, como ido, disfrutando de la pasión que ello le genera. 28…27…26. Puede verlo claramente, una sensación intrínseca le recorre por el pecho que le hace tragar saliva. 20…21…22. Lo ve, casi lo siente y jura sentir su perfume, ese que ama, que le encanta sentir. 28…29…30.

No hay comentarios:

Publicar un comentario