No paran. Mis manos, y mi mente, mi alma también. No paran acaso
estuve callada tanto tiempo. Plasmo palabras y palabras en el papel. Salen
sentimientos, salen expresiones, salen saberes. Digo con la boca callada.
Escribo. Digo. Decir con el alma. Proferir palabras escondidas y con ganas de
salir. Tal vez estaban inhibidas y retraídas. Tal vez no eran su momento.
Mi torrente sanguíneo
no es el mismo. ¿Hay tanto para contar? ¿Hay tanto para descubrir, alguien que
debe oir? ¿qué quiero que oiga? Tal vez es todo junto. Pero se siente la
necesidad de expresar, de contar, de decir.
Es una linda
sensación que ya extrañaba esta de escribir, de sacar ideas y de compartir. No
es que no tenía nada que decir, me estaba contando historias de cómo resolver
estos acertijos que da la vida, de cómo lograr esquivar piedras. Y de vivir
otras experiencias. Esta bueno el cambio, está bueno el sentir otras cosas y
dejar pasar el tiempo para llenarte de nuevas ideas.
No importa qué,
basta con describir lo que pasa, de descargar esta sensación en los dedos y energía
que impulsa a mover el lápiz, a escribir en el teclado.
Decir
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