Érase una vez en las
tierras frías, maltratadas por la humanidad, por la civilización, donde todo
era estruendo, todo era fuego, todo era caos, gritos, balas, bombas, humo,
muerte e injusticia. Evangelina se encontraba muy atenta en un árbol cerca de su
casa. Paciente, oteaba en el horizonte el piso lleno de escombros, divisaba
aquellos objetos que le gustaban y luego
de un tiempo bajaba despacito por entre las ramas - para no caerse y lastimarse
- e ir a recoger aquellos objetos. Entonces, ya en el piso, esperaba el momento
que su pequeño e inocente corazón se lo indicara y salía a la carrera para
juntar aquellas cosas que atraían su atención. Luego volvía al árbol para
refugiarse y estudiar con detenimiento sus nuevos tesoros. Era en verdad una
carrera que le divertía! A veces la
asustaba porque las cosas ¡no paraban de caer del cielo! y a veces con ruidos
fuertes, más fuertes que los truenos. Y hasta le pegaban en la cabeza o por ahí
caía gente a su lado. Pero ella firme, estaba acostumbrada, y seguía fiel a su
objetivo, hasta cumplirlo. Solo ponía en la mira su objetivo y disparada salía sorteando
obstáculos. Saltaba, esquivaba “postas”, se tiraba al suelo…era toda una
hazaña!
Estos objetos
incomprendidos para ella eran un formidable canal para la imaginación. Sin
tener la menor idea de lo que eran- ni tener tampoco el interés de saberlo- los
rebautizaba y les daba una nueva función. Jugaba con ellos, construía otras
cosas, los hacia valer. Y ese cartucho de bala caído, ese pedazo de tela
perteneciente a una casaca camuflada, esos anillos perdidos, esos cascos,
argollas de granadas y demás hacían feliz a esa niña. Convertía en frazada para
su muñeca una parte del pantalón de un soldado, hacia castillos con balas y
puentes con extractos de lo que parecía haber sido una silla. Jugaba en
aquellos lares aturdidos a masacre. Jugaba. Y sonreía en aquel lugar lleno de
miedos. Sonreía.
Niña ausente, niña paciente,
niña distante. Estas acá pero vivís allá. Allá, en ese mundo que despierta interés,
alegría. Despreocupada, sin notarlo, sin saberlo. Niña. Aquella humanidad poco
puede ofrecerte hoy. Poco te deja, pero traviesa juegas con la libertad. Con
osadía desmantelas esos instrumentos que ellos incecticidan y les das olor a
flor. Cambias una sonrisa por un grito, una canción por un bullicio. Y andas la
vida con lo que tienes, con lo que alcanzas, con lo que queda, con lo que te
queda…andas la vida y la andas bien.
Qué fuerte! me encantó. No sabés cuánto.
ResponderEliminarSi. Lo vivì como fuerte cuando salian las letras de mi tinta. Y no solo lo leo comom fuerte en ese contexto, a medida que lo iba leyendo se me planteaban diversos escenarios. Misma temática...
Eliminarque bueno que gustò, este y los demás :)
Sophie Bellisimo!!! Me recuerda "La vida es Bella".
ResponderEliminarCreo q tu ARTE en escritura es un hermoso vehículo (vínculo)para HACER BELLA LA VIDA!!...ya te veo escribiendo guiones de películas. seré tu FANS!!
Me alegro que te guste mi ARTE Cris! Fan?! jajaja. Es bueno saberlo...ya tengo en mi cabeza varias historias...dentro de poco quiza salga una short storie para compartir...
EliminarBesos!
vuelvo a leerte y vuelvo a sentir una emoción profunda al ver las cada vez más depuradas expresiones de tu arte sanador y catártico. Y cuando este torbellino de deberes pase, cuando la confianza y la producción ya se te desborden solas, ansío ver esa short stories para compartir. Ameritan el libro, desde ya.
ResponderEliminarUn abrazote.
Clau