martes, 23 de julio de 2013

Niñita en "Un día en el campo"

                                                                                                   (Premiado en 3er lugar, concurso 2014)



                    Érase una vez en las tierras frías, maltratadas por la humanidad, por la civilización, donde todo era estruendo, todo era fuego, todo era caos, gritos, balas, bombas, humo, muerte e injusticia. Evangelina se encontraba muy atenta en un árbol cerca de su casa. Paciente, oteaba en el horizonte el piso lleno de escombros, divisaba aquellos  objetos que le gustaban y luego de un tiempo bajaba despacito por entre las ramas - para no caerse y lastimarse - e ir a recoger aquellos objetos. Entonces, ya en el piso, esperaba el momento que su pequeño e inocente corazón se lo indicara y salía a la carrera para juntar aquellas cosas que atraían su atención. Luego volvía al árbol para refugiarse y estudiar con detenimiento sus nuevos tesoros. Era en verdad una carrera que le divertía! A  veces la asustaba porque las cosas ¡no paraban de caer del cielo! y a veces con ruidos fuertes, más fuertes que los truenos. Y hasta le pegaban en la cabeza o por ahí caía gente a su lado. Pero ella firme, estaba acostumbrada, y seguía fiel a su objetivo, hasta cumplirlo. Solo ponía en la mira  su objetivo y disparada salía sorteando obstáculos. Saltaba, esquivaba “postas”, se tiraba al suelo…era toda una hazaña!
                    Estos objetos incomprendidos para ella eran un formidable canal para la imaginación. Sin tener la menor idea de lo que eran- ni tener tampoco el interés de saberlo- los rebautizaba y les daba una nueva función. Jugaba con ellos, construía otras cosas, los hacia valer. Y ese cartucho de bala caído, ese pedazo de tela perteneciente a una casaca camuflada, esos anillos perdidos, esos cascos, argollas de granadas y demás hacían feliz a esa niña. Convertía en frazada para su muñeca una parte del pantalón de un soldado, hacia castillos con balas y puentes con extractos de lo que parecía haber sido una silla. Jugaba en aquellos lares aturdidos a masacre. Jugaba. Y sonreía en aquel lugar lleno de miedos. Sonreía.
                 Niña ausente, niña paciente, niña distante. Estas acá pero vivís allá. Allá, en ese mundo que despierta interés, alegría. Despreocupada, sin notarlo, sin saberlo. Niña. Aquella humanidad poco puede ofrecerte hoy. Poco te deja, pero traviesa juegas con la libertad. Con osadía desmantelas esos instrumentos que ellos incecticidan y les das olor a flor. Cambias una sonrisa por un grito, una canción por un bullicio. Y andas la vida con lo que tienes, con lo que alcanzas, con lo que queda, con lo que te queda…andas la vida y la andas bien.

5 comentarios:

  1. Qué fuerte! me encantó. No sabés cuánto.

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    1. Si. Lo vivì como fuerte cuando salian las letras de mi tinta. Y no solo lo leo comom fuerte en ese contexto, a medida que lo iba leyendo se me planteaban diversos escenarios. Misma temática...
      que bueno que gustò, este y los demás :)

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  2. Sophie Bellisimo!!! Me recuerda "La vida es Bella".
    Creo q tu ARTE en escritura es un hermoso vehículo (vínculo)para HACER BELLA LA VIDA!!...ya te veo escribiendo guiones de películas. seré tu FANS!!

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    1. Me alegro que te guste mi ARTE Cris! Fan?! jajaja. Es bueno saberlo...ya tengo en mi cabeza varias historias...dentro de poco quiza salga una short storie para compartir...
      Besos!

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  3. vuelvo a leerte y vuelvo a sentir una emoción profunda al ver las cada vez más depuradas expresiones de tu arte sanador y catártico. Y cuando este torbellino de deberes pase, cuando la confianza y la producción ya se te desborden solas, ansío ver esa short stories para compartir. Ameritan el libro, desde ya.
    Un abrazote.
    Clau

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