A veces
solo basta una palabra...no, ni siquiera, solo con una mirada, un gesto, un
sentimiento. Solo basta un segundo para entender aquello que nos pasa, y
transmitirlo a los demás. Un segundo en que entendemos todo, en el que nos
hacemos cargo de ese todo y hasta si no nos gusta, lo aceptamos como nuestro. Y
no pensamos en nada más que eso, en verlo con claridad. Solo basta un segundo.
En aquel sublime instante
sentimos la firmeza de lo real, de lo que es, y no oponemos resistencia.
Sabemos muy bien qué es eso que está en nosotros, lo que somos, y forzosamente
lo queremos, por un segundo…Aprendemos a amar, a aceptar, a sanar, y
continuamos…otro segundo que puede ser la antítesis o no, pero se aviene otro
segundo en el que nos debatimos la existencia del segundo anterior y ponemos en
tela de juicio aquello que está en juego, que queremos. Solemos defenderlo por
miedo quizá, a contradecirnos. Y así amamos cada segundo que pasa. Y corren
lágrimas de honor por dentro que alborotan las emociones y hacen saltar la
térmica de nuestro corazón subiendo, como lava por un volcán, hasta los ojos
que demuestran todo. Lo más recóndito y secreto de nuestro segundo pensado.
Por Dios! cada día escribís mejor!! Es un encanto leerte! regocija el alma.
ResponderEliminarÉste es mi predilecto...Sublime transmutación de sensaciones a la tinta. Abrazo al tiempo por ésta vuelta de la vida. Admiro tu producción, tu arte. Intensa. Como cada segundo.
ResponderEliminarotra escritora! bellas tus palabras! gracias...
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